Diferentes mundos, algo fuera de lo común, magia y cosas extrañas. Universos completamente paralelos pero que de algún modo se conectan.
Una vida algo extraña para un adulto de 24 años, un hermano sobreprotector, interés románticos en fracaso y un...
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"Una tarde de invierno como tantas, pero hoy viene del fondo del olvido" JUAN CUNHA
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Dicen que a veces las palabras sobran cuando se trata de una pareja enamorada, no todos tienen el lujo de expresar con mayor libertad lo que sienten o simplemente no quieren hacerlo por miedo al rechazo. Algunos aseguran que el declarar es una muestra sin pena de lo que podría llegar a hacer.
Aquellos momentos en donde se dejan llevar por la adrenalina y la emoción de ser finalmente correspondidos. Deja de ser claro cuando un tercero se interpone en sus destinos.
Al final quien sale lastimado no es el tercero, sino la pareja o su alrededor, en este caso Luigi, quien al ser ese conducto del amor que une sus corazones deja todo por ser quien mire como sus amigos son felices entre sí. Pero deja ser lastimado en el camino solo por el momento. Oliver, un hombre de carácter fuerte, personalidad del sueño y un buen trabajo, apasionado para todo y un terco en el momento en el amor romántico, alguien que no le importa lastimar a otros con tal de estar con la persona que le gusta.
Algo hiriente y tan inhumano, que es desagradable para aquellos que lo rodean. Hace de el un amor enfermo, algo que sobrepasa al amor toxico, y es tal su acto que pasa de desapercibido.
Aquella mañana fue como siempre al café de la chica, que por cierto sabía muy poco, una chica entusiasta y llena de energía, posaba una cálida sonrisa y esos ojos expresivos, llenos de brillo y color. Pero dicen que no todo es de color rosa.
Un chico, un chico rubio y de ojos saltones que se miraba a leguas que gustaba de ella, a su preciada chica de cabello azabache, aquel hombre no se miraba digno de ser pareja de la chica, pero no podía obstruir su trabajo con tremendo bochorno, no, claro que no. Tenía un plan y lo usaría para conquistar a esa mujer.
Le costara lo que le costara.
Esa mañana iba a actuar, pacíficamente fue a la misma mesa en donde solía ver a escondidas a la chica, correr de aquí para allá, verla con aquellas expresiones lo llenaban de felicidad. Podía ver un lado que otros hombres no.
Pidió lo de siempre, un café americano y un pastel de chocolate, algo que complementara su paladar, su vista se iba desviando al ver a su compañero de trabajo, Luigi. Un chico de apenas veinte años con un carisma único y un carácter ideal, manipulable y fácil de moldear. Una presa fácil.
Lo vio como entraba con familiaridad, hacia gestos que otros clientes no hacían, platicaba con más calma y serenidad, aquella confianza la envidiaba, la chica le sonreía al igual que el otro tarado, como solía llamarlo.
