EL PREMIO

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Podría haber sido un día tranquilo en la secundaria, un día para ir a la clase de arte y dedicarse de lleno a sus esculturas. Pero antes de que pudiese pensar en otra cosa, Deidara vio un anuncio en la cartelera informativa de la escuela. Un anuncio en la que se invitaba a los estudiantes a inscribirse en una carrera para juntar fondos a favor de una fundación. Podría haber pasado de largo, sin apenas registrar el evento, excepto que el premio por ganar era una cita con Itachi Uchiha.

La noticia lo dejó en blanco, sus tripas se retorcieron y luego agarró el cartel y lo arrugó con toda la potencia de su ira.

¿Qué mierda? ¿Una cita con el imbécil del Uchiha?

-¿Realmente vas a participar?- preguntó Sasori días después, cuando los vio ejercitarse para participar en la dicha carrera.

-¡Por supuesto que sí!-confirmó sin dejar de hacer ejercicio

-¿Y no te pondría eso en evidencia?

-¡Cállate!

El día llegó y Deidara observó, con mucha molestia, que la cancha se encontró atestada de adolescentes deseosas de participar. Según había oído, la directora prefería una cita como recompensa para incentivar al público femenino a participar, sabiendo muy bien que el beneficio económico sería enorme al ser Itachi Uchiha uno de los chicos más populares del colegio. No se equivocaba, por supuesto. Habían chicas y chicos con la camisa que proporcionaban los anfitriones a los participantes. 

Deidara se sujetó la banda detrás de la cabeza y miró al estrado; allí estaba Itachi Uchiha. Deidara le sonrió con malicia y pudo notar el momento exacto en que Itachi se dio cuenta de que era él . Seguro que al bastardo le explotaría la cabeza cuando viese quién era el ganador.

-¿Y tú qué haces aquí?- preguntó la voz molesta de una de las fans de Itachi.

Deidara la miró desapasionadamente. Izumi Uchiha no era una chica fea, pero sí muy molesta. Tenía entendido que el Uchiha y ella habían sido amigos muy íntimos, tanto que se cuestionaba la veracidad de esa amistad. Y viéndola allí a Deidara no le quedará duda de sus intenciones. La miró de arriba abajo y de abajo arriba con un gesto desdeñoso. Izumi se sintió solo un poco intimidada.

-Lo mismo pregunto yo-replicó de mala gana-¿no eres tú la que se jacta de ser la mejor amiga de ese imbécil?

Sintió que la chica se erizó de pura rabia.

-Si te parece tan imbécil no sé qué haces participando por una cita.

-Eso no es de tu incumbencia. Yo me preocuparía más por la carrera, no vaya a ser que te caigas y te rompas más que una uña

-Te lo advierto, Deidara: no hagas trampas. Si te atreves a ponerte en mi camino te pisaré como a una vil cucaracha.

Pretendía replicar hasta que sonó un silbato. La carrera iba a comenzar. Todos los participantes se pusieron en sus respectivos lugares. Desde su sitio, Deidara miró a Izumi. Ella era una atleta y, por tanto, su mayor rival. Debía superarla si quería ganar este reto.

Se preparó, se puso en guardia esperando el silbato que anunciara el comienzo de la carrera. Justo cuando escuchó el pitillo y pretendía salir corriendo como un poseso, un ente no deseado le saltó encima, haciendo que cayera de bruces al piso como si hubiera tropezado con una piedra mientras los demás participantes ya habían salido a toda mecha.

-¡Deidara-sempai!-gritó alegremente Tobi encima de su espalda.

-Tobi, ¡¿qué mierda…?! ¡Quítate de encima!-vociferó enfadado.

-¿Por qué Deidara-sempai está participando en la competencia? ¡No me digas que eres gay, sempai! Tu club de fans estará tan triste cuando se enteren.

-¡Qué me importa!-se lo quitó de encima, lo empujó y salió corriendo por la pista.

Era el último, maldición.

Izumi, quien iba muy por delante de él, solo giró un poco el rostro para verlo y sonreírle con superioridad. Deidara apretó la mandíbula.

-Esa bruja…

Tuvo que esforzarse mucho para alcanzar a los demás. En el camino, se vio en la necesidad de empujar a algunas personas, jalarles el cabello a otras, y dejar cascaras de bananas para sacarlos del camino. Se dio cuenta de que no era el único haciendo trampa, Izumi también estaba haciendo de las suyas. Frunció el entrecejo y aceleró el paso. Pronto estuvieron codo a codo, mirándose con odio y luego mirando el final de la carrera. Faltaba tan poco que ninguno quería ceder ni un centímetro. El vitoreo de la multitud era exuberante, alentándolos a tomar la delantera y eso hicieron, dejando tras de sí una nube de polvo que cegó a los demás competidores.

Deidara recordó todo su entrenamiento, las vitaminas, los asquerosos jugos verdes que tomó tan solo para estar saludable y correr más. Nada de eso sería en vano porque él iba a ser el ganador. ¡Itachi Uchiha iba a tener una maldita cita con él!

“Esta perra no me va a ganar” pensó con certeza y aceleró aún más, toda la potencia de su convicción concentrada en sus pies y en el premio. Con ello en mente, consiguió superar a su rival, forzando sus pulmones y corriendo como un alma perseguida por algún espanto.

La meta lo recibió con gusto, su cuerpo rompiendo la cinta ganadora cuando consiguió atravesarla. Deidara alzó los brazos y cantó victoria.

-¡Así es como se hace, perdedores!-gritó de júbilo, señalando a la multitud de participantes que lo miraban con resentimiento mientras intentaban recuperar el aire.

-¡Tú! ¡Hiciste trampa!-resolló Izumi.

-En la guerra y en el amor todo se vale, hm.

No le sacó la lengua para burlarse de ella como quería porque debía de dar una imagen muy cool, solo le sonrió con malicia, sabiéndose el ganador. Ella por supuesto le dio una mirada de odio, pero eso ni siquiera mermó su maravilloso humor.

Luego, Deidara miró el estrado y sonrió con victoria. Su premio lo observaba con incredulidad y asombro.

Como era de esperar, la noche de la cita, Deidara procuró estar impecable. Incluso usó un traje de esmoquin muy elegante y se dejó el cabello suelto. Se arregló de tal forma que al bastardo no le quedarían dudas de su atractivo y de que, obviamente, el afortunado era Itachi por tener una cita con Deidara y no al revés. Además, no perdería la oportunidad de sacarle jugo a la situación; pediría vino lujoso y se atiborraría de comida cara. Exprimiría al maldito.

-Si querías una cita solo tenías que pedirla-dijo Itachi mientras lo veía comer

-¡Cállate!-espetó, señalándolo con un muslo de pollo mordido-¿Cómo es que aceptaste ser el trofeo y ponerme los cuernos?

-Te recuerdo que eres tú el que no quiere que nadie sepa que somos pareja. Además, no se puede llamar infidelidad si es un deber de la escuela.

-¡Deber mis nalgas! ¡Eres mi novio y yo soy la única persona con la que puedes salir!-expresó indignado y volvió su atención a la comida, atragantándose de ella con evidente malhumor.

Itachi solo sonrió con indulgencia al verlo comer y gruñir sobre como no podía bajar la guardia ni un segundo ante el montón de fans que le besaban los pies.

Pensó en la propuesta de Tsunade, sobre ser el premio en la próxima carrera de natación. Parecía una buena idea, quizás así Deidara, finalmente, se animaría a aprender a nadar.

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