NO QUIERO PERDERTE

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-¿Te das cuenta de lo que has echo?-su cabeza se elevó tanto como pudo con esa cadena molestándole en el cuello

¿Que si se dio cuenta? Claro que lo hizo, él convirtió la realidad en un sueño, estructuro ese sueño de principio a fin para que él lo disfrutaste, si, había ido contra las reglas del consejo ¡pero no podían culparlo! Él había echo su trabajo velar y cuidar del sueño de un mortal de su mortal. Con respecto a lo que sucedió en el sueño no había sido su culpa. Las cadenas se apretaron repentinamente haciéndole mirar al suelo de nuevo, sentía en su espalda las miradas preocupadas de su madre y hermano, la mirada decepcionada de su padre se mostraba frente a él aún lado del que se supone le sometería a la justicia.

-¿Te arrepientes?-la voz del anciano le hizo sonreír

Su destrucción había llegado de forma lenta y cuidadosa, sin avisar como era de esperar, las razones para estar ahí frente aquel ángel y sometido por fuertes cadenas de acero no eran ni nada mas ni nada menos que anteponer sus propios deseos antes que su deber como el dios que se suponia que era, su trabajo era velar y cuidar de los sueños no meterse en ellos para atarse el solo a estos. Habia puesto esmero en su creacion con ese humano ¿Y como no hacerlo?

Estando recostado en el ventanal de aquel hospital durante ese día lluvioso, se había dado cuenta que la destrucción de un dios a manos de un mortal era mucho más fácil de lo que él creía en un principio, lo comprobó cuando aquel llanto le hizo mirar a la pareja que se encontraba ahí. Tomo la decisión de acercarse un poco para ver a la pequeña criatura que recién despertaba en este mundo, quizás acercarse fue el comienzo de su fin.

-Debiste haber abortado-declaro con sorna y sin sentimiento alguno un hombre alto de cabello rubio y ojos azules

¿Abortar? No era del tipo de dios que pensaba que el aborto estaba mal, pero debía admitir que ese hombre estaba loco, miro a la mujer gruñir aún con el pequeño ser removiendose en sus brazos.

-Eres un estupido si por mi fuera ni siquiera habría quedado embarazada-entonces ahí parado en medio de la habitación de hospital Itachi se sintió molesto

Algo prohibido para los dioses, no habían de tener sentimiento alguno por los mortales ni mucho menos interferir en su vida.

-¿Oh enserio? Vas a echarme la culpa de este problema cuando eras tú la que no paraba de gemir como una ramera

El grito que vino despues proveniente de la mujer hizo que el pequeño llorará más fuerte, no pudo resistir la enorme punzada que le hizo acercarse más a los brazos de la mujer, como un gato curioso asomo su cabeza intentando levemente mover la manta que cubría al pequeño. Con su dedo movió ligeramente la manta blanca y lo vio. Sus mejillas rosadas y regordetas, sus ojos cerrados mientras dejaba salir su llanto doloroso, parecía que reclamaba el echo de haber nacido aquí, algunos cabellos dorados se hicieron presente.

Él sonrió un poco, admirando la belleza propia de un ser recién nacido y al parecer su risa basto para que el pequeño se calmara un poco, mientras que sus padres seguían con la acalorada discusión, tal vez su perdición se marcó con aquellos enormes ojos azules curiosos que parecían observarlo.

-¿Puedes verme?-como respuesta obtuvo una leve risa y las manos del bebé alzandose en su dirección

No le sorprendió saber que el pequeño le veía, despues de todo cuando se es así de indefenso el alma es tan pura que concede el don de ver aquellos seres divinos, porsupuesto esto solo dura leves años un extraordinario don de aquellos que jamás han deseado el mal.

No recordaba que hacia en ese hospital, normalmente en ese lugar hacia su mayor esfuerzo para que todos los niños que pasaban noches ahí soñaran cosas geniales y divertidas. Pero no recordaba haber entrado en aquella habitación

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