-Mira el cielo Tomás, es una azul tan profundo que da miedo- Samantha posaba su cabeza en el hombro de su chico, concentrándose en el cielo, analizándolo.
Se hallaban en aquel mirador donde siempre se encontraban, era un lugar reconfortante para ambos, lo habían asignado como su lugar especial.
-¿Sabes porque creo que es azul nena?- Tomás sabía que ella amaba que le llamara nena.
-A ver, cuéntame tu teoría- Ella siempre tan curiosa, dispuesta a conocer los pensamientos estúpidos de su chico.
-Mira, es como si el cielo fuera un espejo y es azul por el reflejo del mar.
-Pero.... ¿Sabes dónde vivimos?...A ver tontito, el mar está a kilómetros de nosotros- Posó un golpe suave en la cabeza de Tomás.
-Si pero....pero...- Samantha siempre cuestionaba las teorías de Tomás, en un intento de que fueran mejores- Pero sabes que el océano es mayor que la tierra, entonces se refleja.
-Emmm, suena muy lógico señor astrónomo, será un espejo para nosotros entonces- Su cara reflejaba una expresión de ternura, toda ella era ternura, por eso era que le encantaba esa chica, tanto amor en una persona era imposible de esconder. –Entonces... ¿crees que algún día estaremos en aquel espejo?
-¿A qué te refieres nena?
- Ya sabes... Alguno de los dos debe morir primero, ¿no? –El tema de la muerte era constante en sus conversaciones, Samantha sabía que su chico tenia tendencias suicidas, un pasado oscuro y pocas razones para seguir viviendo, pero seguía ahí, llenándola los días de felicidad, la llenaba de curiosidad, amaba ver el mundo desde sus ojos, algo tan oscuro y siniestro debía tener algo divertido ¿No?
- Pues eso es obvio, alguno debe hacerlo – Samantha sentía que Tomás no quería expresarse, sentía que debía cambiar el tema, pero antes quiso introducir un poco de romanticismo, como a todo.
- A ver cariño mío, hagamos algo, es obvio que uno de los dos va a morir primero... A menos que.... –Su mente dio un giro completo, antes había pensado que el suicido era algo imposible y horroroso de hacer, pero ahora con los pensamientos de su chico influyendo en su mente, no lo veía como algo malo, si lo hacían ambos.
- ¿A menos de qué? ¡Samantha por un demonio! Sabes que odio que tu pienses en la muerte, bastante tienes con migo, dejemos eso a un lado ¿Si? – Tomás tomó una expresión dura, siempre se ponía serio con estos temas.
- Pero quiero que me prometas algo, ¿Si?, solo eso y el tema queda muerto.
-Bueno, solo eso... Dime que pasa por tu extraña cabecita.
-Si yo muero primero...Dirás un discurso muy rosa y cursi en mi funeral, ya estás condenado Tomás Hamilton hablarás en el funeral de tu chica- Estaban tan cerca que Tomás pudo haberla besado, pero no lo hizo, era la tercera vez que ocurría esto, Samantha solo esperaba que Tomás tomara la iniciativa, pero si no lo hacía, la próxima vez lo haría ella.
- ¡Nena! Con el dolor en el alma lo haré- Acercó a su chica a su pecho y la abrazó tratando de pasarle sus energías positivas.
Tomás se lo prometió, pero en el fondo sabía que no podría hacerlo, si ella moría lo más probable seria que recayera en un estado de depresión, no podría hacerlo.
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Antes de que mueras.
Teen FictionEra la tercera tarde sin hablar con ella, no había estado activa en la red social durante tres días, la última vez que la vio fue en la noche del sábado.