21|Nunca voy a perdonarte.

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Tom.

Aquí vamos. Entro al restaurante con cautela por si es que Dian está cerca de la entrada, pero cuando entro y mis ojos recorren el lugar no está. Así que, todo bien. Tomé unos lentes oscuros que tenía en mi auto, me los puse y ahora me siento todavía más observado, pero no importa. En cuanto entro una mujer está de pie frente a mí con una sonrisa de oreja a oreja, la miro, no es Dian, empiezo a mirar todo el lugar y la encuentro. Está sentada en una de las mesas del fondo, con su vestido blanco con flores y se está riendo de algo que seguramente el estúpido frente a ella dice.
Aaron trae puesta una camiseta verde militar y su barbilla está recargada sobre su mano mientras también se ríe. ¿De qué se ríen? No sé, tal vez debería ir y preguntárselo. No, definitivamente no. Tenemos que mantenernos alejados.

—Bienvenido, ¿le gustaría una mesa sólo para uno? —habla la mujer desconocida dirigiéndose a mí, asiento y ella me hace una seña con su cabeza para que la siga. Mientras camino detrás de ella mis ojos no pueden despegarse de Dian, encuentro una mesa cerca de la cocina frente a un mural dónde podría esconderme.

—¿Podría sentarme ahí? —cuestiono en un susurro amable, le doy una sonrisa y ella se apena de inmediato.

—Lo siento, no puede —soy Tom Kaulitz, claro que puedo—. En esa mesa es donde comen los meseros y–

—Mira, la chica que está ahí —señalo discretamente a Dian, que está golpeando su pie varias veces contra el piso—, es mi novia y el tipo con el que está es su amante. Necesito tenerlos vigilados para tener pruebas de su infidelidad, ¿me entiendes?

Claro que la mujer lo entiende y así es como termino sentado en la mesa detrás del mural, muy cerca de esos dos para intentar leer sus labios. Dian dice algo como «Aaron tu nunca vas a poder igualar a Tom» o en realidad, puede que esté diciendo algo de jugar, o bailar, ojalá no sea besar porque me da la pálida. Soy pésimo para leer los labios y muy bueno para inventarme escenarios. Pero para aclarar, Dian nunca pronunció «Tom» de eso estoy lamentablemente seguro.

—¿Qué desea ordenar? —inquiere uno de los meseros que se me ha acercado.

—Todavía no me decido —miento y él da un asentimiento, después se va hacia otra mesa para probablemente preguntarles lo mismo. No puedo pensar en comida cuando Dian está a metros de mí con un chico que podría ser un psicópata. Digo, esa sonrisita que siempre lleva y cómo disfruta cuando estoy a nada de partirle la cara, pues como que me transmite que no es una persona muy cuerda.

Aaron levanta su mano y un mesero se acerca a ellos, hablan y hablan, el mesero asiente con obediencia y al final se va. Aaron podría estar diciendo algo como «Sí, me encantaría que Tom aplaste mi cara con la puerta de la entrada» o también puede que tenga algo que ver con hablaste o pintaste, espero que no sea follaste porque entonces sí que voy a usar la puerta como objeto para el homicidio.
Después de un rato dónde Dian sigue riéndose o golpeando la parte superior del brazo de Aaron, llega el bendecido momento dónde se va al baño.

Suspiro aliviado porque por fin voy a tener un maldito momento de paz desde que llegué. Aaron sigue sentado, completamente tranquilo y amando la vida, revisa su teléfono, se saca una selfie, bebe agua, mira hacia el baño y yo le pido a Dios que Dian haya escapado por la ventana, pero no, segundos después Dian viene caminando con una sonrisa y vuelve a sentarse.

Veo los labios de Aaron moverse y da un leve levantamiento de cejas hacia mi dirección, Dian niega con la cabeza y se gira. Maldito. Seas. Aaron. Dian se da cuenta de mi presencia, abre los ojos con sorpresa y después ya la tengo caminando hacia aquí con una expresión furiosa.

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora