30|No es un sueño.

29.7K 2K 2.1K
                                    

Diana.

Despierto de un sueño profundo y cuando abro los ojos tengo miedo de que nada de lo que ha pasado sea real, pero entonces siento el brazo de Tom rodeando mi cintura y abrazándome, mi cara está en su pecho y puedo escuchar su respiración tranquila y constante. Después de que anoche ambos fuésemos honestos el uno con el otro, Tom y yo nos quedamos platicando hasta muy tarde sobre las cosas que habían pasado durante todo este tiempo, desde el plan de Bill, las confesiones entre ellos dos, las clases y lo difícil que fue para él contenerse cada que estábamos cerca. De tanto que hablamos finalmente terminamos durmiendo juntos y –no puedo creerlo, dios, pellízcame– despertando juntos.

Escucho que alguien toca la puerta de mi habitación, me sobresalto y sin querer pateo a Tom que se despierta de un brinco.

—¿Qué? ¿Qué? —le cubro la boca con mi mano y coloco mi dedo índice sobre la mía en una orden silenciosa para que guarde silencio.

—¡Dian! —es Georg, claramente y está aporreando la puerta como si su vida dependiera de ello—. Ya casi nos vamos, así que, guarda todas tus basuras en la maleta y vámonos —le quito la mano de la boca a Tom y él sonríe medio adormilado—. Ya sé que estás molesta conmigo por lo que dije ayer, pero una bromita, mujer. Ya sabes que no creo que a Tom le gusten todas...—silencio, Tom empieza a acercarse a mí y con sus manos en mi cintura me empuja hacia él, no puedo evitar sonreír—. Sólo las guapas. ¡Pero ese no es el caso! Dian...Dian...¡Dian! ¡Perdóname, Dian!

No hay respuesta, porque de repente Tom se inclina hacia mí y me besa, su mano acaricia mi pierna y yo suprimo un suspiro.

—Ya está, voy a tirar tu puerta —exclama Georg desde afuera y me separo tan rápido de Tom que nuestros labios hacen un sonido húmedo.

—¡No! —grito y empujo a Tom con la suficiente fuerza como para hacer que vuelva a caer de espaldas a la cama, levanta sus cejas con picardía y se acomoda como si esperara a que me acerque de nuevo—. Está bien, estás perdonado. Ya estoy guardando mis cosas, no te preocupes.

—¡Genial! —vocifera y entonces escucho unas voces bajitas afuera, murmullos muy débiles y pego la oreja a la puerta—. Oye, Di. Ya sé que no quieres hablar de él pero...¿Sabes dónde está Tom?

—Aquí —susurra Tom y levanta su mano como si dijera «presente», me acerco a la cama y lo golpeo con una de las almohadas.

—¡Cállate! —le grito en susurros también, Tom se encoge de hombros y toma su celular de la mesita de al lado de la cama—. No, no sé dónde puede estar.

Tom abre la boca con falsa sorpresa, niega con la cabeza en desaprobación y habla en voz extremadamente baja —Mentirosa.

Aleteo mi mano en el aire para restarle importancia mientras las voces de afuera siguen cuchicheando. Me parece que podría ser Gustav, bueno, esa tos de perro con bronquitis crónica y un pulmón jodido claramente es de Gustav.

—Bueno, si acaso lo llegas a ver dile que debe darse prisa porque nos vamos a las tres de aquí.

—Anotado —respondo con toda la tranquilidad que puedo, pero solamente quiero ir a golpear a Tom. Me acerco a él y le doy un golpe en la pierna, me mira ofendido—. Dice Georg que te des prisa, así que, a tu habitación.

Pone un mohín y se sienta en la orilla de la cama mientras pone ojos de perrito abandonado. Este manipulador de porquería.

—Todavía es temprano —extiende sus brazos a los lados, abre y cierra las palmas de sus manos hacia mí y yo pongo los ojos en blanco antes de acercarme. Tom me coloca entre sus piernas y sus manos están en mi cadera—. ¿Tienes algo importante que hacer para que me vaya?

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora