24|Tarde, pero finalmente.

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Diana.

No logré pegar un ojo en toda la noche porque estaba pensando en qué iba a suceder hoy, qué me iba a poner, qué carajos iba a decirle cuando llegara «Woa, Tom, que guapísimo estás con esa camiseta, ojalá poder quitártela» Ay no, eso no. «Tom me encantan tus pantalones, pero hace mucho calor, mejor quítatelos» ¿Pero que me pasa? «Tom, te ves como para chuparse los dedos, ¿u otra cosa?" Ya pues, ya. Al final llego a la conclusión de que no voy a decirle nada, para mejor.
Me esfuerzo bastante para la comida-cena, no me voy a esconder, pero es que necesito verme increíblemente hermosa o si no en cuanto suba a su auto voy a querer regresar a mi casa y eso no puede pasar.

Escogí un vestido verde pastel, entre verde menta o verde helecho, no lo sé, la cosa es que tiene muchas flores blancas alrededor y es largo, aunque tiene una pequeña abertura en la pierna. Juro que no hago esto con fin de joder, pero sí, ya sé que la debilidad de Tom –además de las rubias treintañeras– son las piernas y bueno, no es por nada, pero tengo unas buenas piernas. ¡Pero no hago esto por esa razón! Porque Tom tiene novia y aunque la odie, es una falta de respeto para ella. Aunque ella también me faltó al respeto, así que bueno y ya me fui a la mierda del tema.
Llevo unos zapatos bajos blancos, el cabello suelto, un maquillaje medio sutil, pendientes pequeños y un collar verde del casi mismo color que el vestido.

Me quedo sentada a mitad del sofá esperando que a alguien se le ocurra aparecer, pero me doy cuenta que estoy sudando demasiado e incluso ya hasta estoy temblando. Señor, no me permitas morir antes de salir a comer con Tom, te lo pido. Sería muy injusto que toda mi vida te haya pedido acabar con ella y justo cuando algo bueno me pasa, decidas que es momento de irme para compartir juntos el cielo eterno. No puedo, no, me niego.

Cinco minutos después suena la bocina de un auto y a los segundos me llega un mensaje.

Tommy<3333.
Estoy afuera.

Claramente está afuera, este pedazo de...Respira, Dian, respira profundamente porque como decidas tener un colapso te voy a revivir en la boda de Tom para que sufras.
Cojo mi bolsa y me apresuro a tomar el elevador, casi me caigo tratando de llegar a la puerta y en cuanto lo veo siento que se me sale el corazón. ¿Puede Tom Kaulitz verse aún más guapo? Ehh, hola, sí, definitivamente puede.
Obviamente viene vestido todo de negro, excepto la chaqueta gris que parece un saco, pero no lo es y tiene el cuello de ésta levantado, pantalones anchos, camiseta y tenis negros, la bandana no puede faltar y Dios mío, quiero casarme con él.

Me observa y abre la boca con una sorpresa fingida, abre sus brazos mientras se acerca a mí.

—Woa, ese vestido es muy bonito —da unos cuantos asentimientos para enfatizar que está de acuerdo con mi elección de ropa.

—¿Sólo el vestido? —inquiero con diversión y levanto una ceja tratando de lucir ofendida.

—Bueno, tú también, pero es que el vestido —adula, hace gestos exagerados con sus manos y yo me río. Es que Tom siempre sabe cómo hacer que me sienta en confianza—. Es broma, el vestido se ve bonito porque lo usas tú.

Creo que no es normal el ritmo al que va mi corazón y mira que he tomado varias clases sobre esto. Tom me hace sentir tantas cosas con tan sólo decir «Ese vestido es muy bonito» ahora imagínense cómo estoy cuando lo escucho decir eso último, sigo viva y no sé cómo lo estoy logrando. Los milagros existen.

—Tú no te ves tan mal —miento, tomo su chaqueta y la analizo concienzudamente o puede ser que solo sea una excusa para acercarme y oler su perfume.

Al diablo las rubias. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora