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La mañana siguiente Jisung despertó en una cama que desconocía y le tomó unos segundos recordar que había pasado la noche en casa de Minho.

Maldijo en voz baja y se giró buscando la cálidez del mayor, pero la cama estaba vacía de su lado.

Suspiró sentándose en la cama y tallando sus ojos tratando de eliminar un poco el sueño aunque fuera inútil.

Se sentía algo pequeño estando ahí, tímido, hasta incómodo.

No era su idea quedarse dormido y mucho menos pasar la noche. Pero que más daba, no iba a empezar ya su día reprochándose hasta por respirar, y menos porque extrañamente había dormido muy bien.

No sabía que hora era, ni donde estaba el baño, ni como iría a clases sin ninguna de sus cosas estando a una hora de viaje de su departamento, pero Minho entró justo antes de que pudiera tener su primera crisis del día.

Jisung aún estando medio dormido abrió sus ojos sorprendido al ver que el pelimorado entraba con una bandeja de desayuno para ambos.

Ni su mamá había hecho eso por él.

Sintió sus mejillas tomar color y maldijo a Minho en voz baja, ¿tan temprano? ¿en serio?

— Buenos días, Jisung.— sonrió, dejando la bandeja en la cama y sentándose junto a él.— Me levanté antes y supuse que tu tendrías hambre, así que preparé el desayuno para los dos... Espero que te guste y no te moleste o pienses que es raro, yo...— el pelinegro lo interrumpió dándole un pequeño beso en los labios.

Ahí estaba el Minho tímido de nuevo, pero a esas horas del día no le molestaba, le parecía adorable.

— Muchas gracias, Min, y buenos días para ti también.— le sonrió.— ¿Me dejas usar tu baño? Y luego comemos juntos.

El pelimorado aún tímido por el beso, y por todo lo que estaba sintiendo, asintió y le indicó vagamente donde estaba el baño.

Jisung ignoró todas las alertas que le estaba mandando su cerebro y solo tuvo un desayuno tranquilo e incluso lindo con Minho. 

Nunca había hecho eso con nadie, ni siquiera con sus amigos porque pocas veces se veían fuera del instituto, así que no sabía si con todos se sentía tan bien o solo con Minho.

— Fue muy lindo que prepararas el desayuno para mí también, no tenías que hacerlo.— murmuró tímido, sonriendo sin mostrar sus dientes.

— Cualquier cosa por la ardillita.— le guiñó un ojo y le sonrió.

Jisung no tardó en ruborizarse, recordando el apodo tonto que le había dicho antes.

— Ya, tengo que correr a mi casa por mis cosas porque me pierdo una clase más y no podrás hacer nada más por esta ardillita.— se levantó rápido de la cama tomando sus cosas, que eran; su celular y sus llaves.

Minho claramente no lo entendió y lo tomó como un comentario más, pero realmente era así.

Jisung y su beca estaban tratando de llegar a fin de año cruzando por una cuerda floja, muy floja.

Ambos salieron rápido del departamento y Minho condujo lo más rápido que pudo aprovechando que aún era temprano y no había mucho tránsito.

El camino fue en un cómodo silencio. De vez en cuando el pelimorado miraba de reojo al menor e intentaba no sonreír solo con esa acción.

Minho se sentía extraño, nunca le había gustado nadie, quizás porque no había llegado "el indicado" o porque estuvo tan concentrado en su carrera como bailarín que no le dio demasiada importancia a esas cosas.

Souvenir ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora