16 - El fin a ello

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– El amor es tan bonito – cantaba la pelirroja. Abrió la puerta del cuarto de limpieza y se asustó.

El grito despertó a la chica.

– Tn, eres tú, menudo susto me has dado.

– Buenos días Dadán.

– Buenos días, ni qué buenos díos. ¿Qué haces aquí durmiendo? Con lo incómodo que es.

– Shanks vino a casa anoche, y se quedó con Makino. Y me gusta mi hermana con sus ruidos raros para hacerme reír, no para complacer a mi cuñado.

– Eres amiga de los niños, ¿por qué no les has pedido dormir en una cama?

Ella sonrió nerviosa – Sophie ya lo hizo, y yo me fui pensando que Makino estaba sola. Así que a la vuelta, todos estaban durmiendo.

– Y este es el único sitio que has encontrado para dormir.

– De todas formas debo limpiar hoy. ¿Qué tal la cita anoche?

Dadán se encendió un cigarrillo y sonrió de lado – No fue tan mal.

Tn se puso de pie, sonrió emocionada – ¿Eso significa lo que creo que significa?

– ¿Que Garp y yo estamos saliendo? ¡Sí! – Tn la abrazó.

– Enhorabuena Dadán. Espero que no dijera nada feo.

– No, venía preparado. Y lo amenacé también. Pero luego hablaremos de eso, ¿por qué no desayunas y nos ponemos a trabajar?

– ¿Ya has desayunado?

– Con Garp.

– Espero que comida.

– ¡Claro que sí! ¿Qué te has pensado que...? Pervertida.

En la cocina se sentó con un bol de cereales con frutos rojos y con leche.

Dadán se volvió al cuarto de limpieza para preparar todo.

– Buenos días jovencita – Tn casi se atragantó cuando vio al mayor entrar con sus tres nietos.

– Buenos días señores – se levantó dejando el bol de lado.

– No te levantes pequeña, ¿te importa si desayunamos contigo?

– No. De hecho, yo ya me iba. No se preocupe.

– Si apenas has comido – Luffy estaba detrás de ella y la asustó.

Garp se rió – Vamos, tranquila, no mordemos.

Dos sirvientes empezaron a poner varios platos sobre la mesa.

Luffy se sentó a su lado, quedando ambos enfrente de Garp, Sabo y Ace.

– ¿Cómo es que estás aquí tan temprano?

Ella levantó la cabeza hacia el mayor – Me gusta venir temprano señor, siempre lo hago. Así puedo salir a mi hora sin ningún contratiempo.

– Ya veo. ¿Y tu hermana?

– Ella se ocupa del bar hasta que llega la hora de venir, y debe dejar todo preparado para los que se ocupan de él hasta que volvamos.

– ¿Y tu amiga?

– Ella es dormilona por naturaleza. Aunque viene a tiempo, siempre.

– Ya veo. Oye, sírvete de algo de esto, no tienes por qué comerte eso solo.

– No se preocupe, con esto voy bien.

– Uy, se me ha olvidado algo en el despacho. Ahora vuelvo, seguid desayunando sin mí.

Frío en verano - Contratiempo 1 (Sabo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora