Jeremy decide ir al circo "Los Ángeles Rojos" para investigarlo luego de que varias personas desaparecieran en sus funciones, siendo una de ellas su mejor amiga de la infancia. Lo que no esperó fue la intervención de Látigo, el silente domador de an...
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La sala tiene un fuerte aroma a lirios por el jarrón tan anacrónico que hay en esta tienda de circo. Estoy en la habitación de Látigo, aún no sé su nombre, pero eso no bastó para terminar desnudo sobre su cama.
No puedo dejar de ver sus ojos color miel, su negro cabello un poco largo y descuidado que roza mis mejillas en cada beso bañado en alcohol. Es la primera vez que puedo apreciar su rostro sin las pinturas que usa para el espectáculo, es bastante atractivo, eso pensaría una mujer. Su cuerpo está perfectamente entrenado dada su vocación, no me parece desagradable y eso que no había pensado que pudiera excitarme con un hombre.
—Látigo... —pronuncian mis labios, pero él me calla con un beso donde introduce su lengua sin ningún tipo de permiso. Intento zafar mis manos, pero están amarradas a la cama con su cinturón, me doy cuenta de que no intento librarme en serio. Es como si quisiera que esto continuara.
¿Cómo llegué aquí?, todo empezó hace tres días cuando mi mejor amiga de la infancia, Dalia, desapareció tras venir al circo "Los Ángeles Rojos". Habían visitado ya unas cinco ciudades y varias personas se reportaban desaparecidas, pero al ser pobres, nadie de la policía le interesa resolverlo. Ellos solamente trabajan para la corona y si algún noble les necesita. Los perros pobres de la ciudad no podemos lograr nada si no lo hacemos nosotros mismos.
Aunque creo... Que esto se me fue un poco de las manos.
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