Capítulo 25: ¿Te vas?

109 22 17
                                    

Llego a la carpa mía y por suerte no está Soga, no sé cómo decirle que me largo de este sitio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llego a la carpa mía y por suerte no está Soga, no sé cómo decirle que me largo de este sitio. Recojo todo lo que traje, que realmente es poco; solo dos mudas de ropa. A la vez entrego el nombre que se me fue dado al aire, ya no seré Pluma.

Me dispongo a marcharme cuando en la entrada me topo con mi compañera de habitación. Lo admito, me gusta la forma de hermanos peleones que tenemos, me gusta cómo nos regañamos por estupideces y los cocotazos que nos dimos.

—¿A dónde vas con tus cosas? —Dice ella extrañada—: ¿Nube desapareció, también te vas?

Ella no debe saber nada del circo de media noche y el lío en que nos metimos.

—Nube se lesionó en un entrenamiento y ahora está en el hospital... Voy a casa, despídete de ella por mí —digo sin mirarle a la cara.

—¿Por qué te vas?, ¿pasó algo malo? —Parece tomarle por sorpresa esto.

—Yo... extraño mi casa y realmente no me adapto aquí. —Quizás sea una verdad bañada en mentiras.

—Eso no puede ser, si te lo estabas pasando genial. Fuera del tema de Nube y su rareza, todo ha estado perfecto. Incluso sateas con Látigo y el Daga. —Me da un ligero codazo para picarme.

—Aun así, Soga. Me voy. No me termino de adaptar y esta vida no es para mí. En casa hay... Estará la madre de una amiga esperando —explico sin saber realmente qué agregar. No tengo familia, desde siempre fui un huérfano y la única que me hacía sentir un hogar era Dalia... Ahora... No está.

Las lágrimas brotan de mis ojos al hacerla muerta, al pensar que todo lo que una vez viví ya no podrá repetirse y será solo recuerdos.

Siento a Soga abrazarme, algo que parece fuera de sus patrones de personalidad. Lo sé, en el fondo ella es un pancito.

—Pluma, no sé qué sea y seguro pasa algo más pero... No, no confíes en mí, no es que pueda hacer algo. Aun así, está bien, vete. —Acaricia mi cabello con sus ásperas manos.

—Soga... Te apestan los sobacos, me vas a ahogar. —Término por soltar la verdad sin poder evitar reír a la par que las cascadas en mis ojos se mantienen.

Ella responde golpeando con una colleja mi cabeza, para proseguir a protestar—. ¿Serás cabrón?, uno intentando ser buena y mira con lo que sales, lárgate anda.

Sigo riendo dentro de mi dolor y solo acepto su regaño bañado en broma.

—Me voy, Soga. Cuídate, por favor. Solo prométeme que te vas a cuidar.

"¿Y si le hacen algo a Soga?"

Me invade esta duda. Me la imagino perfectamente luchando como un corcel indomable, yo, en cambio, tengo un poco más dócil mi... No, no debo pensar eso.

—Cuídate también, tal vez cuando nos veamos de nuevo sea parte de la función principal —me dice y el miedo me invade.

—Yo espero que no —comento antes de darle la espalda para no mirar atrás. Sé que si lo pienso mucho va a doler un poco... Más.

-- ┈┈∘┈˃̶༒˂̶┈∘┈┈ --

Llego a la entrada de la ciudad para toparme con el tráfico de personas. Las mujeres con sus vestidos largos y los hombres con sus trajes, algunos parchados.

Empiezo a descender por las calles mientras va bajando lo ostentoso de estas. Los colores alegres van mermando y lo caro de los atuendos también.

Llego a la entrada de mi barrio, una porción de los suburbios de ciudad Victoria.

La recibida es tan familiar. Hay un pequeño niño robando un pedazo de pan de uno de los puestos callejeros, donde el hombre corre tras de él a toda velocidad bajo el llamado de "cuando te atrape te cortaré la mano que usaste".

Abro la puerta de mi casa para toparme con mi pequeño espacio personal. Una sala de cuatro metros fusionada con la cocina, el baño pequeñísimo en una habitación sencilla de mucha menor longitud y mi cuarto, allí tengo guardas mis cosas para el lustro de los zapatos y mi chica cama personal.

—Estoy en casa... —Le digo al aire para dejar las cosas en la mesa que ocupa la esquina de la sala e ir a mi cuarto a tirarme sobre la cama a ver el techo.

Hacía días no estaba acá, debería comprar comida e ir a ver a Donatella, la madre de Dalia. Será duro decirle que no la encontré...

-- ┈┈∘┈˃̶༒˂̶┈∘┈┈ --

Llego a la morada de mi amiga y toco la puerta para que me abra su madre en un estado bastante demacrado. Las ojeras son demasiado notables y está en los huesos.

—¡Jeremy! —Se aferra a mí con sus manos huesudas esperando una respuesta positiva—: ¿La encontraste?

No me atrevo a responder. ¿Qué le voy a decir? ¿Su hija fue utilizada para un show macabro donde abusaron de su salud mental hasta el final, dejándola hecha triza?

—No, no fue culpa del circo, no estaba ahí —contesto lo que vi más sano, lo demás seguramente ya la llevaría al límite. Aunque creo que ya está en el límite.

Ella rompe en llanto y no sé qué hacer, solo abrazarla lo más fuerte que puedo. Es como una madre para mí.

—No puede ser... Mi pequeña... Estoy segura de que está viva, lo estoy... No merece esto... Su boda iba a ser tan pronto —balbucea varias palabras en el llanto.

Me ahogo, siento que esto duele demasiado.

—Perdón... En serio, perdón... —Ruego sin lágrimas que derramar, ya había pasado por esto unas horas previas.

El silencio se apodera de nosotros durante ese abrazo... Todo pasa muy lento. Es como caminar sobre cristales sabiendo que te estás desgarrando los pies.

Luego de charlar un rato en su casa recordando a Dalia, le hago una cena sencilla para que se alimente bien y la acuesto en su cama dejándole descansar. Espero que logre dormir un poco esta noche.

-- ┈┈∘┈˃̶༒˂̶┈∘┈┈ --

Salgo ya casi con la caída del sol, ese momento justo donde los edificios se ven naranjas. Mientras camino con una bolsa en mano con mi porción para la cena, me topo con alguien conocido.

Frente a mí está Látigo sin maquillajes en su rostro y mirándome fijamente.

—¿Qué haces aquí? —Apunto, sin esperarme esto.

—(Eres realmente un idiota) Du bist wirklich ein Idiot —comenta.

—Entendí lo de idiota —digo antes de que él venga hasta mí, jalando mi camisa y besando mis labios como siempre hace, sin preguntar.

♣️Amor De CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora