Capítulo 35: ¿Juguemos?

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—Daga... Para, no debe ser así... —Digo para ser detenido por su boca, con un beso en el cuello, muerde mi labio inferior y siento su lengua saborearlos.

—Calma, verás que estarás bien. —Su voz suena como una canción de cuna, una peligrosa.

Las gotas calientes siguen por mi abdomen hasta llegar a mi pelvis y se detienen. Acto seguido sobre estas se deslizan sus dedos como comprobado la zona.

¿Me está viendo completamente desnudo? Demonios, no tengo forma de librarme de esto y tampoco puedo ver nada.

Siento algo frío rozar mi cuello, algo congelado que deja deslizar gotas hacia abajo. Luego se retira y lo siento en mis labios, su lengua se encarga de dejar que saboree esa masa de hielo, está frío. Se siente de alguna forma bien, el hecho de no verlo, de solo centrarme en sentirlo. Incluso me dejo llevar un poco y quiero continuar el beso hasta que se retira dejándome los labios adormecidos.

Sus dedos bajan a mis pezones y los mueve con el pulgar. No sabía que esa zona es sensible en los hombres, pero así es. Con sus dedos los pellizca a forma de pinza, haciendo que abra mi boca por la impresión repentina.

—Para... —Digo y acto seguido, siendo como mi miembro choca con algo, parece ser piel. Esto me llama a la realidad... ¿Por qué estoy erecto?

Siento el movimiento y parezco estar entre algo, algo suave y delgado...

—Son mis mulos, Pluma —dice Daga para continuar jalando mis pezones de una forma algo dolorosa y placentera.

—Esto no le va a gustar a Látigo... —Digo como medida de escape.

—¿Te digo un secreto? —Siento como se inclina sobre mí para susurrar a mi oído—: Él está viendo todo esto... Él está viendo cómo estás, empalmado, está viendo como tus caderas se mueven buscándome. Está viendo como deseas esto... Pequeño perro.

Joder... Sus palabras me molestan y a la vez me excitan más, Látigo... ¿Me está viendo?

Siento su pulgar jugar con la punta de mi miembro mientras hace ligeros movimientos con la mano, está cada vez más húmedo.

—Jeremy... ¿Me dejas cortarte? —Dice él antes de sentir una daga por mi cuello, dejando una ligera línea herida.

—No hagas eso. —Escucho la voz de Látigo—. Nada de pasarse, inicia suave.

¿Parece estarle dando las órdenes?

—Oh... Está bien, amo —responde Daga entre risas quitando la venda de mis ojos—. Pluma, quiero que me penetres.

Mi mirada se centra en el rostro lleno de colores de Daga, luego en mi verga entre sus delgados muslos, cercana a la suya. También en la mirada de Látigo fija sobre nosotros desde una silla.

—Están locos —digo a duras penas.

Daga mete dos dedos en su boca y los humedece con saliva para adentrarlos en su trasero, se inclina hacia detrás para dejarme ver el espectáculo. Me deja ver cómo se va dilatando... Los introduce de forma fácil y los mueve lentamente.

—¿Quieres entrar ahí... Pluma? —Me comenta entre gemidos el rubio.

—Daga... Látigo... Paren —digo sin poder apartar la vista de la imagen, él por su parte coloca la entrada, justo sobre mi punta y comienza a jugar con esta, entrando dos centímetros.

—Solo debes decirlo... Solo debes... —Dice Daga manteniéndome la mirada.

No lo logro resistir más, así que se lo pido—: Déjame entrar...

Daga baja de una vez dejándome sentir la calidez de su interior, como este se ajusta a mí y me succiona. Joder... Se siente demasiado bien... Daga comienza a moverse de arriba abajo con movimientos lentos. Con esto no sería muy difícil que me corra pronto.

Sin embargo, por otra parte, sus manos buscan el objeto fálico que traía, pero Látigo lo detiene.

—Mejor no... —Comenta Christophe para terminar de retirar su calzón dejando ver una gran erección. Este comienza a besarme, cosa que correspondo en el fragor del momento.

Lo sé, he perdido la cabeza, deseo esto, lo quiero.

No lo resisto mucho, termino por correrme dentro de Daga, lo hago y él no se retira, solo lo disfruta y siento como un líquido caliente, menos que el anterior, empapa mi abdomen, él también lo hizo junto conmigo.

—Jeremy, espero que no te hayas cansado —dice soltando mis labios y también mis amarres.

Daga, por su parte, se acerca a mí de frente y me ayuda a sentarme, mientras que Látigo me toma por la espalda, mordiendo de forma dura mi cuello, dejando una marca, esas que le gustan.

—Pluma, me gusta... Tenerte dentro —me dice Daga tomando mis labios en un beso.

Dios... Entre los dos es demasiado, no puedo con esto. ¿Cómo demonios llegué a este punto?

Las manos de Látigo me agarran por el abdomen y la otra se desliza a mi miembro para acariciarlo.

En cambio, Daga se centra en besarme y jugar con mis pezones hasta bajar una mano a mi trasero e introducir un dedo, el cual pasa de forma extremadamente fácil.

Entre tanto, logro ponerme duro demasiado rápido, no me dejan ni un solo segundo de descanso.

—Jeremy, quiero entrar en ti —me dice Látigo al oído derecho colocando su miembro en la entrada de mi trasero.

—Pluma, quiero que vuelvas a follarme —comenta Daga al izquierdo llevando mi pene a la entrada de su agujero para empezar a introducirlo.

—No hagan eso... No puedo con tanto —digo entre gemidos. Son dos jodidos demonios... Los dos que me dieron la bienvenida al Circo...

Ambos llevan a cabo lo que dijeron y me recorre una corriente eléctrica por todo el cuerpo ante tanto placer. Por suerte ya me había corrido una primera vez, si no juro que no pudiese aguantar mucho.

Las manos de Látigo toman mi rostro y me obligan a besarlo, más que obligar, lo deseo.

Daga se centra en su movimiento de caderas dejando escapar gemidos que hacen que todo sea mucho más excitante.

Estamos así varios minutos hasta que nos terminamos por correr y ambos dos susurran a la par a mi oído.

—Jeremy, bienvenido al circo... —Dice Látigo.

—Pluma, bienvenido al circo... —Susurra Daga.

♣️Amor De CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora