Capítulo 36: Celos

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A la mañana siguiente me despierto acostado entre los dos. Estamos desnudos bajo la sábana, a mi derecha está Daga y a la izquierda Látigo.

Dios mío... Esto es una locura, no puedo creer que realmente haya pasado algo así.

Látigo pone la mano detrás de mi cabeza y la pega a su pecho, noto que se despertó hace un rato. Aún estoy algo molesto con él, por el tema de la carta y esa mujer.

—Duerme un poco más —dice mirando mis ojos.

—Debo irme... —Respondo y su mirada se posa en mis mejillas, las cuales siento arder.

Me levanto de la cama con dificultad y las piernas me fallan haciendo que caiga al suelo, por suerte no hago ruido.

—Demonios... Fue demasiado... —Comento entre susurro y veo a Látigo voltearse hacia mí riendo.

—Ten cuidado y vístete —me indica en voz baja, justo en ese momento Daga se voltea hacia él y le abraza por la cintura enterrando su cabeza en la espalda.

—Jódete... —Digo pensando en aquello, realmente no me molesta que el rubio le abrace así, eso solo hace que recuerde los hechos de anoche.

Me apresuro a vestirme como puedo y salgo apresurado de la carpa, esta debe de ser la de Daga, porque la de Látigo me la sé de memoria.

Esta madrugada deberíamos soltar a Dalia, por fin será libre... Será la última noche antes de marcharnos de aquí.

Una mano me golpea el trasero y me volteo, obviamente es el hombre de la cabra.

—¡Plumita!, vaya noche movida, sentíamos tu voz en las carpas adyacentes —me comenta como si nada y sufro un ataque de pena enorme.

Dios mío, qué vergüenza.

—No fui yo, ese fue Daga —digo carraspeando la garganta para disimular, no es que sea del todo falso...

—Como sea, hoy ayúdanos a recoger las cosas, dejaremos solo la carpa principal para partir al amanecer. Ya es el último día en Ciudad Victoria, di hola Mañana a Ciudad Dorada —me dice con alegría acariciando a su esposa; la cabra.

—¿Ciudad Dorada? —Esa es la de la carta de Látigo... Va a ir a verse con esa mujer de nuevo. Termino por sonreír ocultando la molestia—. Vaya, que bien.

—Ciertamente, dale, dale, por cierto, tu amiga despertó. La tal Nube, deberías irla a ver, estaba preguntando por ti —me comenta y en ese momento un vuelvo en el estómago me apresó, prefiero evitarla.

—Está bien... Iré a verla, luego —le respondo.

Me despido de él y me voy a recoger las cosas de mi carpa junto a Soga, nos pasamos buena parte de la tarde en ello hasta que me obliga a visitar a nuestra compañera de cuarto herida. ¿Se le irá la lengua?... Espero que no, no quiero meter a la enorme cabezona en esto.

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Llegamos ambos a la carpa médica para encontrarnos a Nube sentada tomando un poco de sopa de la de ayer en la noche, eso podría caerle mal.

—¡Nube! —Grita Soga para abrazarla—. Menos mal que estás bien.

—Soga... Sí, lo estoy, eso creo —responde con pesar y evitando verme al rostro.

—Nos tenías preocupados —le digo acercándome también, debo actuar normal.

—Soy fuerte —dice con una sonrisa. Se ve bastante demacrada, su cuerpo está lleno de vendas y desnutrida.

—No la ocupen mucho tiempo, debe descansar —nos alerta el doctor.

—Entiendo, déjenos joderla un rato, esta tipa sobrevivió a la muerte como toda una campeona. Cuando atrape al idiota que te hizo esto, la va a pagar... No esperé que él fuese así —dice Soga enseñando los puños.

—Calma, no hay por qué —explica Nube tomando sus manos, nerviosa—. Chicos... Esto... ¿Puedo hablar a solas con Pluma?

El doctor, Soga y yo nos miramos, pero accedemos, nadie se negaría a la petición de un enfermo. Por lo tanto, ellos salen de la carpa dándonos un minuto de privacidad.

No me atrevo a hablar, ella rompe el hielo.

—Me voy, esta noche... Quiero hacer las cosas bien e invitarte a irte... Afuera podríamos tener el respaldo de la policía... Puede que te hayan dicho —me dice Nube y veo una pequeña luz al final del túnel.

¿Puedo abandonar el campamento con ella? ¿Puede su plan realmente funcionar?

—No debe ser tan fácil como simplemente plantearlo —la rebato.

—No voy a ser una asesina... Yo no voy a aceptar esto, aun si tengo que morir en el proceso... Quería... Planteártelo... Porque... Tú sí eres un asesino, pero no tan despiadado —dice bajando la cabeza.

¿Soy un asesino?... Ah... Es verdad... Maté a ese hombre por ella... Para salvarla y me llama así.

—No me iré contigo, Nube, busca otra forma si así lo deseas. Soy un asesino entonces... Tienes razón. A veces hago cosas estúpidas por los que creo mis amigos, pero no me arrepiento de haberte salvado la vida —expongo y me dispongo a marcharme, no quiero, no lo soporto, que no me juzgue.

—¡Espera! —Me grita, pero la ignoro, solo me marcho.

Soga entra corriendo preocupada y parece que ve algo en mi rostro que hace que no me detenga. Solo pasa donde Nube y pone la mano en mi hombro antes.

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Voy donde los demás a organizar las cosas para marcharnos. Primero, mi humor es una mierda, pero de a poco va mejorando. Daga se suma acompañado de sus chistes y chispa, cosa que hace que todos se motiven. Es como la alegría del campamento.

También de vez en cuando me lanza sus miradas y coquetea, aunque ya no me molesta, solo que me gana la vergüenza.

Látigo no aparece en todo el día, no puedo sacarlo de mi cabeza. No me incomoda que toque a Daga... Lo siento como algo nuestro, sobre todo por sus palabras, "solo hacer estas cosas en presencia del otro", pero esa mujer... Me rompe las reglas. También me recuerda que es bastante extraño que su padre sea el dueño del circo, de ser así, él está más metido en esto que todos los demás. Si creció aquí, eso quiere decir que vivió los asesinatos de la función especial... Desde muy joven.

Almorzamos, tenemos todo listo, la función de hoy solo se limita a la principal, algo más pequeña. Nada ocurre fuera de lo normal y así es perfecto. Incluso conocí a dos personas más, uno de ellos es ventrílocuo, uno bastante bueno y divertido, la otra es contorsionista, resulta que están casados y tienen una hija que crían en el circo.

Me entretengo hablando con ellos hasta que veo a Látigo observando desde la distancia, con los dedos hace señales para que vaya hacia él.

¿Qué querrá?

♣️Amor De CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora