Capítulo 11.2: Citas y más citas

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Avanzo con las manos temblorosas y en silencio

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Avanzo con las manos temblorosas y en silencio. El aroma del bosque y la oscuridad inundan mis sentidos de una forma negativa. Cada paso que doy lo hago con miedo a ser descubierto, pero es mi misión y es lo que debo hacer.

Quería esperar a que llegara a la base, pero de ser así puede que no tenga forma de recuperar a Nube luego, así que decido acercarme más a él de forma rápida dispuesto a clavarle la daga. Sin embargo, me detengo en seco, no soy capaz de hacerle eso a alguien...

—¿Quién está ahí? —Dice el hombre volteado hacia mí para descubrirme—: un curioso.

El tipo deja caer el cuerpo de mi amiga al suelo para golpear mi rostro con un puño, que logró esquivar al agacharme.

—Creo que me perdí, si me devuelve a Nube me iré tranquilo —la voz sale con nervios de mis labios.

—No te vas a ir, que bien, dos ratones a costo de uno —comenta mientras repite el golpe con la otra mano. Estaré bien mientras no me dé, por suerte no es tan rápido y creo poder.

Ante su golpe respondo colándome por abajo con rapidez, aprovechando mi tamaño inferior, lanzando un latigazo con el dorso de la mano hacia su garganta, lo que hace que esta se cierre y duela bastante. Es posible que se haya roto por la fuerza.

—Perdón... —digo nervioso, hace mucho tiempo no practicaba nada de esto.

El hombre cae de rodillas al suelo mientras tose y culmino dándole con el mango de la daga en la cabeza de forma justa, para que no haya daños mayores.

Me quedo observándolo un segundo mientras yace en el suelo inconsciente. Me vio, busca a Nube, sería un peligro que siguiera vivo y me delate.

Trago seco y pienso en Dalia para tomar el valor que necesito. Él es un hombre de mal expediente, él pudo hacerle cosas atroces, él conoce todo lo malo de este campamento, él... ¿Merece morir?

Me agacho con el arma en mis manos y levanto su cabeza de forma suave, cierro los ojos y deslizo el filo con presión por su cuello hasta sentir que los tendones y arterias son cortados. Perdóname, Dios. No me atrevo a ver a los ojos del pecado que estoy cometiendo.

Me levanto aun sin ver el actual cadáver y me acerco a Nube para cargarla con cuidado y salir del oscuro bosque. Miro mis manos manchadas de sangre como dejan las huellas en su perfecta ropa. Las lágrimas corren por mis mejillas y no tengo la menor idea de por qué... Bueno, sí lo sé, acabo de matar a alguien.

Mis pasos son rápidos y descuidados para alejarme de la zona, que alguien nos vea sería nuestra perdición.

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Llego con Nube hasta nuestra carpa y la despierto gradualmente mientras le cubro la boca con la palma de la mano ahogando sus gritos.

—Calma, soy yo, Pluma. Estás a salvo —le digo de forma suave para calmarla.

Su cabeza asiente mientras me mira con ojos llorosos, puedo sentir los temblores de sus labios en la piel de contacto.

—Nube, no le digas nada de esto a nadie, por favor, solo di que tu cita no se presentó, por lo más sagrado —le digo y quito la mano dándome cuenta de que manché su cara de sangre.

—No diré... Nada... ¿Qué pasó? —a duras penas logra decir esto.

—Mejor que no sepas, solo no digas nada. Mañana esto será un lío por la muerte de aquel hombre.

—¡Lo mataste! —suelta de la impresión y mi mano vuelve a estar en su rostro para callarla.

—No hables alto y no menciones eso.

Ella vuelve a asentir con miedo y quito la mano.

—¿Lo hiciste para salvarme?, ¿tú me salvaste? —Me mira con curiosidad mezclada con nervios.

—Sí, no podía dejar que te pasara nada malo —le digo una mezcla de verdad y mentiras. Es cierto que la primera instancia fue salvarla, pero... Mi objetivo final es Dalia.

—No diré nada. Lo hiciste por mí... Solo no lo hagas nunca más, por favor —sus palabras salen otra vez entre sollozos.

—No lo haré de nuevo, tampoco me gustó.

Por suerte mi memoria no guarda la imagen del hombre, solo el tacto de la piel cortada y las manchas. Ni afrontar mi crimen correctamente puedo.

—¿Me dejas estar sola? —me dice Nube mientras recoge sus piernas en la cama para abrazarlas.

—Sí, no salgas... Yo, yo me lavaré las manos y volveré donde Soga —le digo mientras miro la sangre en su rostro—. Dame un segundo.

Saco un pañuelo de mi bolsillo y lo uso para limpiar las manchas en la piel de ella. Primeramente, se aleja, pero luego me deja hacerlo, llego a ver un rosa mezclado con sus mejillas.

—Estaré... bien, vete... —dice Nube esquivando mi mirada y se acuesta dándome la espalda en la cama.

Me levanto con cuidado para salir de la habitación en silencio, mi mente no se encuentra en mi cuerpo, tengo ganas de morder mis uñas y justificar demasiadas cosas. Justo ahora me doy asco.

—Pluma —me llama Nube cuando ya tenía yo un pie fuera de la tienda.

—¿Sí? —asomo la cabeza para verla, pero aún está de espaldas.

—Gracias por... Salvarme —su voz sale baja y me limpia un poco el alma.

Solo le sonrío levemente para salir con cuidado hacia los puestos de la feria.

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Camino lentamente como dándome tiempo a borrar las expresiones rígidas en mi rostro. Camino lentamente porque sé que los clientes no querrán ser atendidos por mí.

"Hice algo bueno, salvé a Nube.", son las palabras que me mantienen cuerdo.

Mañana ese hombre será encontrado y el circo estará cabeza abajo. Mañana ese hombre será encontrado y buscarán a su asesino, siendo así, mañana empezarán a cazarme.

"¿Debería enterrarlo?", pienso en un ataque de locura.

♣️Amor De CircoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora