Jeremy decide ir al circo "Los Ángeles Rojos" para investigarlo luego de que varias personas desaparecieran en sus funciones, siendo una de ellas su mejor amiga de la infancia. Lo que no esperó fue la intervención de Látigo, el silente domador de an...
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Trabajo la mayor parte de la noche, esta vez en actos simples alegrando a los niños. A mi lado está Soga, la cual sigue sintiendo que le oculto algo, pero dejó de juzgarme y me trata como siempre.
—Soga, tengo un tema con Daga más tarde. ¿Puedes cubrirme el tiempo que no esté?, será cuando se acabe la función de las carpas grandes y el cierre del circo —le digo susurrando mientras un niño me pide una piruleta algo rústica, solo hecha con azúcar derretida.
—¿Saliste de Látigo para Daga?, yo te hacía más soso. —Me pica y da golpes con el codo.
—No es eso, con Daga son temas de trabajo... —Sus palabras me recordaron el hecho de que Látigo me entregó al otro...
—Ya, ¿y con Látigo si tienes algo? —Levanta una ceja y la mueve como si de un coqueteo se tratase.
—No, con él tampoco tengo nada. Es solo un idiota que juega con otros —digo molesto.
—Vaya... Bueno, no pensé que te fueras a tomar en serio sus juegos. Acá las personas suelen ser así —me señala y se tiene que marchar a tender a un niño.
Yo soy obligado a sonreír a la multitud por el maquillaje en mi cara. Agradezco que la sonrisa esté pintada en rojo y bien marcada, porque solo puedo mostrar tristeza y molestia ahora mismo.
Látigo, eres un idiota.
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Obedezco perfectamente al horario de la cita con Daga para los temas importantes. Sin embargo, en el camino me topo con aquel hombre, ese que me tiró a la boca de los leones y pensé confiar en él.
—Quítate. —Me expreso en un tono fuerte y avanzo para chocar mi hombro con el de él.
Me toma del brazo y se le ve acalorado aún, parece que vino corriendo desde la función hasta acá.
—Si no vas a hablar claramente mejor quítate del medio, no estoy para tus estúpidos juegos —sentencio sin deseos de seguirle la rima una vez más.
Abre su boca como para decir palabras, pero acaba saliendo un idioma que no conozco.
—(Ya te había descubierto, simplemente sugerí que te unieran a nosotros) Ich hatte Sie bereits entdeckt, ich habe Ihnen lediglich vorgeschlagen, sich uns anzuschließen —suelta palabras extrañas.
—Habla en español, por Dios. —Rechino mis dientes.
Camina hasta mí, por algún motivo mi cuerpo se queda de piedra ante su avance. Lo deseo, deseo que no sea verdad que me delató. ¿Me volví masoquista?, estoy loco.
—¿Dime que pasó? —Digo en voz baja calmando mi ira.
—(Tu amiga de verdad te delató) Dein Freund hat dich wirklich verarscht. —Me agarra por la cintura y pronuncia palabras que no entiendo.
—¿Qué pasó con tu viejo muñeco, con esa persona que estaba contigo y representaba lo que yo hoy? —Digo aun sin retirar sus manos.
Él termina de abrazarme y apoya la cabeza sobre la mía, soy más bajo por un buen tramo.
—Murió —dice de forma tranquila y no parece que le duela—: por eso serás el aprendiz de Daga y no mío.
Demasiada información. La otra persona murió. ¿Por qué?, ¿yo también lo haré? No solo eso, Látigo acaba de afirmar que también participa en todo esto... Él también lo hace...
—Yo me voy —digo en voz baja para zafarme.
No me suelta y levanta mi rostro para buscar un beso en los labios sin ningún tipo de juegos. Lo recibo y me doy la vuelta. Me siento agotado, no he tenido paz mental desde que llegué.
—Veré que quiere Daga, pero si me pasa algo será tu culpa. Aunque no creo que eso te importe. Soy un juguete más, lo saben todos —digo y sigo mi camino alejándome de él.
—(No dejaré que otro te rompa, Pluma. Estúpida niña chismosa... Debí deshacerme de ella) Ich lasse nicht zu, dass dich noch jemand kaputtmacht, Feather. Dummes Klatschmädchen... ich hätte sie loswerden sollen.
Le escucho murmullar unas palabras extrañas a lo lejos; sin embargo, no me planteo darme la vuelta.
Una vez escuché que en situaciones extrañas las emociones se potencian. No sé qué me sucede con Christophe, pero a veces espero y pienso demasiado de él, no debería hacerlo.
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Llego al comedor que se encuentra vacío a esta hora. Solo está Daga junto a su ropa del espectáculo y una de sus armas, con la cual juega en la mesa cual niño inocente.
—Daga —llamo su atención mientras me acerco a él.
—Pluma, llegaste unos minutos tarde. Supongo que mi compañero quiso detenerte o algo así —dice y señala la silla a su lado.
—Solo habló de una forma que no le entendí —digo y me siento a su lado, no siento la hostilidad de la tarde.
—¿Estás molesto con él? —Apoya la cabeza en la mesa mientras me mira. Su ojo sano y sin quemaduras solo sigue mi rostro.
—Ve al grano. —Le cambio de tema—. ¿Si no obedezco me matarás?
—¿Eres consciente de que no soy ni la cuarta parte de en lo que te metiste?, de hecho, solo soy un trabajador y Látigo también —dice con cierta pereza—. Bebamos y te cuento algunas cosas.
—No tengo ganas de beber, con el alcohol te pones raro —digo rechazando su propuesta educadamente.
—Nunca sabes cuándo vas a morir y quizás sea la última vez que tomes en tu vida —dice levantándose para ir a servirnos dos jarras.
Coloca una delante de mí y me incita a tomarla, termino cediendo a ello.
—¿Por qué Látigo no hace esto en tu lugar? —Le comento tomando el primer sorbo.
—Me pidió de favor que fuera tu vigilante, ya que él no puede. Lo fue la última vez y su elegido se reveló. Lo obligaron a matarlo o se vería como cómplice. Desde entonces le tienen un ojo arriba —me cuenta esa historia vaciando de una la jarra.
—Tuvo que matar al suyo... —digo prácticamente divagando.
—Sí, también te mataré si te rebelas contra mí. Básicamente, estoy arriesgando mi vida por ti ahora mismo, Pluma. Si te revelas será a mí a quien le cortarán la cabeza. Ten cuidado con tus acciones. —Se sienta a mi lado de nuevo y apoya la cabeza en la palma de su mano a la vez que el codo en la mesa.
—No tiene sentido que confíes en mí. No me conoces —digo consciente de mis reales intenciones.
—No lo tomes a mal, si de verdad nos traicionas, yo mismo te mataré. Por eso soy tu verdugo y maestro. Una medida de seguridad para que no haya ratas... —me dice con su bella sonrisa—. Ahora, bebamos, será mejor que te muestre y veas con tus propios ojos los secretos del circo "Los Ángeles Rojos".
