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Han se encontraba en un bar, bebiendo para ahogar sus sentimientos. Intentaba encontrar alivio en cada sorbo, pero nada parecía funcionar. De repente, sintió una mano sobre su hombro. Al voltear, se encontró con Changbin, quien lo observaba con preocupación.

—¿Qué está pasando? ¿Algo te molesta? —preguntó Changbin, con voz suave.

—Nada, solo quiero celebrar solo —respondió Han, sin mucho ánimo.

—¿Celebrar? No pareces un hombre alegre —dijo Changbin, alzando una ceja.

—Celebro por otra persona. Él debería estar feliz ahora —contestó Han, esbozando una sonrisa amarga.

Changbin lo miró con seriedad.

—Entonces no te detengas. Te llevaré a casa, y no acepto un no por respuesta.

...

Mientras tanto, Minho estaba en su dormitorio junto a Ploy. Ambos estaban tranquilos, disfrutando de la compañía del otro, hasta que alguien llamó a la puerta. Minho se levantó para abrir y se encontró cara a cara con el amante de su novia.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —preguntó Minho, su voz llena de sorpresa y enojo.

—Sé que no debería venir aquí, pero realmente necesito hablar con Ploy —respondió el joven, con un tono de desesperación.

—Deberías irte. No tengo nada que hablar contigo —dijo Ploy, manteniéndose firme.

—Lo siento, fue mi culpa. Estar separados me hizo darme cuenta de lo mucho que nos amamos. No eres una chica más para mí —insistió el joven, ignorando la frialdad de Ploy.

Minho frunció el ceño.

—¿Qué quieres? —preguntó, intentando mantener la calma.

—Solo quiero... que ella elija lo que realmente quiere —respondió el joven, mirando a Ploy con una mezcla de esperanza y desesperación.

—Por favor, vete —repitió Ploy, evitando su mirada.

Minho suspiró, sintiendo la tensión en el aire.

—Aclara las cosas con él y dime cuando hayas terminado —dijo, antes de salir al balcón para tomar aire.

Mientras los otros dos hablaban, Minho se apoyó en la barandilla del balcón, mirando el cielo nocturno. Todo le parecía irreal. De repente, escuchó unas risas y al voltear, vio a Han y Changbin, que se miraban y sonreían. Por un momento, las miradas de Han y Minho se encontraron. Han, incómodo, desvió la vista y entró rápidamente a su dormitorio junto con Changbin.

...

Más tarde, Minho y Ploy estaban sentados en la cama, listos para tener una conversación más profunda.

—Lo siento —murmuró Ploy, con la voz llena de culpa.

—Después del accidente, has estado pidiendo perdón constantemente. Eso me hace pensar que sigues aquí... solo porque te sientes culpable —dijo Minho, con una mezcla de tristeza y resignación.

—Lo siento —repitió Ploy, bajando la cabeza.

—Ahora ya sabes que ese chico se está tomando en serio las cosas contigo. Te doy una oportunidad más para decidir. Lo importante es... no debes mentirle a tu corazón. Sé fiel a tus sentimientos. ¿Quién es realmente al que amas? —preguntó Minho, mirándola a los ojos.

—Minho... ¿Podemos darnos un tiempo? Déjame estar conmigo misma para saber qué es lo que realmente siento —pidió Ploy, su voz temblando de incertidumbre.

...

Era de noche y Minho decidió regresar a casa con su familia, donde realmente pasaba la mayor parte del tiempo. Sin embargo, se encerró en su habitación, bebiendo para intentar calmar el dolor. Estaba perdido en sus pensamientos cuando su hermana, Juwon, entró en la habitación, observándolo con una mezcla de tristeza y decepción.

—¿Terminaste con Ploy? —preguntó Juwon, sentándose junto a él.

—Me pidió que nos tomáramos un tiempo —respondió Minho, sin levantar la vista.

—Debes seguir adelante —dijo Juwon, colocando una mano sobre su hombro.

—Pero no hay nadie, ninguno —respondió Minho, con la voz quebrada.

—¿Qué? —preguntó Juwon, confuso.

—Me han dejado. No me queda nadie. No hay nadie aquí para mí —dijo Minho, finalmente dejando salir todo el dolor que había estado guardando.

Juwon lo miró con firmeza.

—¿Quién te dijo eso? ¿No te has preguntado por qué hay muchas cervezas en la nevera? Mamá me dijo que te las comprara y limpió el baño porque siempre vomitas. Así que no sigas diciendo que no tienes a nadie. Todavía tienes a tu familia aquí.

Al escuchar esas palabras, Minho se derrumbó en los brazos de su hermana, llorando sin poder contenerse. Juwon lo abrazó con fuerza, dejando que su hermano se quebrara en su hombro, recordándole que, pase lo que pase, siempre tendría un lugar al que llamar hogar.

Mecánica del amor /ADAPTACION/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora