Capítulo 29

31 3 4
                                    

Llegamos, con complicaciones, a la ubicación que me había mandado mi hermana. Esa vez no había sido tan comprensible con el tema de las góndolas, así que tuvimos que montarnos en una y decirle al señor que la conducía el lugar al que íbamos.

Ahí fue cuando me di cuenta de lo curioso que era Leo, algo que no esperaba.

-¿Me dejas llevarla? -le preguntó al gondolero.

Mi expresión tuvo que ser súper graciosa, ya que hizo que los dos soltaran una sonora carcajada (aunque el desconocido pareció no hacerlo a propósito y se calló al instante). Esperé a que Leo se sentara en el sitio del conductor, lo que llevó al gondolero a sentarse a mi lado.

-¿Listo, caballero? -le preguntó este último.

-Nunca lo he estado más que ahora -respondió el aludido.

-No me puedo creer que esto vaya a pasar -murmuré por lo bajo.

-Pues créetelo, princesa -contestó Leo.

Le eché una mirada fulminante, lo que sólo ocasionó que se volviese a reír de mi expresión.

El gondolero le empezó a dar instrucciones sobre cómo remar de manera correcta y sin hacerse daño, así que no se le hizo muy difícil llegar a nuestro destino.

Nos bajamos de la góndola con toda mi familia mirándonos hacerlo. Mi madre me miraba con desaprobación, pero no fue por la manera en la que llegamos, le daba igual lo que hiciera con mi vida amorosa; solo quería que no hiciera ningún ridículo perjudicial para ella, así que supuse que fue mi vestimenta lo que le llamó la atención.

Leo y yo habíamos elegido la ropa el uno al otro, yo le había elegido unos vaqueros blancos con un polo negro (no se llevó ninguna prenda que se saliera de su línea monocromática habitual); él me había elegido unos pantalones cortos de cuero negros y una blusa blanca, le pareció gracioso que fuésemos conjuntados.

-¡Bienvenidos! -exclamó mi hermana mientras se levantaba para saludarnos-. Sobre todo a ti, Javi. Bienvenido a Italia.

Primero se lanzó a abrazarlo a él, mi hermana siempre había sido una persona muy abierta, y para nada tímida, así que esa vez no iba a ser diferente. A Leo le pilló de improvisto, no se esperaba que mi hermana y yo fuésemos tan diferentes en eso, lo supe por la cara de sorpresa que tenía mientras le devolvía el gesto.

Después se acercó a mí con los brazos muy abiertos. Y me estrechó de la misma manera que había hecho con mi acompañante.

-Gracias por estar aquí hoy hermanita. Y qué novio tan guapo tienes. -Lo último lo susurró con tono divertido, así que le sonreí cuando se separó de mí.

Después se acercaron mis padres a saludarlo uno por uno, todo iba estupendo, y así habría terminado si mi madre se hubiera quedado callada.

-Hola Javier. ¿Cómo estás? -mi madre lo saludó, en español.

Intenté que no se me notara mucho la expresión de desconcierto, ¿pero cómo iba a saber que mi madre se prepararía una frase en español? Al menos esperaba que no me diera más sorpresas como aquella. Empecé a ponerme nerviosa cuando vi que Leo tampoco se esperaba que mi madre le saliera con esas. Era mi culpa, tenía que haber caído en que tendría un as bajo la manga.

-Buenas señora Giordano. Estoy muy bien, ¿y usted? -respondió Leo, también en español.

Mis nervios se esfumaron de golpe para ser reemplazados por una enorme sensación de alivio. Más tarde tendría que agradecerle su actuación, o lo que sea que hubiera sido eso.

-Fantástica -concluyó.

Luego se acercó a mí para saludarme con dos fríos besos.

-Espero que este pobre muchacho no decepcione las expectativas de tus tíos -susurró contra mi oreja.

Solo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora