Capítulo 13

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Llegamos a mi casa a las dos de la tarde. No habíamos hablado mucho, ni siquiera de lo que había pasado por la mañana con Victoria. El rato que estuvimos en Coku estuve organizando las cosas para el evento del domingo; aunque no me había dado tiempo a hacerlo todo y tendría que volver al día siguiente.

-¿Qué te apetece comer? Puedo llamar a un coreano o a una pizzería, no tardan más de diez minutos en traer la comida. -sugerí, pero Leo tenía otros planes.

-¿Tienes algo para cocinar aquí?

-Poca cosa, mira en la nevera. Y si ves que no hay nada, tengo más cosas en la despensa.

Cuando abrió la nevera y ví que no había nada para poder cocinarlo, me di cuenta de que solo comía comida basura que pedía a domicilio (debía hacer la compra). Se fue a la despensa cuando pensó lo mismo que yo.

-No sabía que te gustaba pintar. -dijo desde allí, no lo podía creer, se me había olvidado completamente que había guardado ahí los lienzos para que no los viera, que lista fui, mandarlo allí nada más entrar en la casa.

-Solo es un hobbie.

-Para mí también lo es tocar el piano y la guitarra y te lo dije -tenía razón, no sé por qué no se lo había dicho desde el primer momento-. No hay nada que me inspire para cocinar. ¿Sabes si hay algún supermercado cerca?

-Sí, dos edificios a la derecha hay uno.

-Pues coge tus cosas que nos vamos.

Llegamos al establecimiento y cogimos un carro grande, iba a cumplir lo que me había propuesto, comería un poco más sano y, además, aprendería a cocinar.

-¿Qué te apetece comer?

-Si te digo la verdad no me defiendo muy bien en la cocina.

-No vas a cocinar tú, lo haré yo. -¿Él? No me imaginaba que era ese tipo de chico, pero no puse ninguna pega-. Si te soy sincero, la pasta es lo que mejor me sale, así que si quieres...

-Me encantaría, pero comí ayer. ¿Qué tal se te dan las ensaladas?

-No es muy complicado hacerlas.

Cogimos lo necesario para hacer una buena ensalada, me llevé algunos ingredientes de más para hacerme yo una algún día. También compramos chuches, palomitas y algo de carne y pescado. Pagué la cuenta y subimos con las bolsas a mi apartamento.

Cogí las llaves para abrir el portal pero no podía, llevaba una bolsa en cada mano, Leo estaba igual.

-Déjame las bolsas, estas no pesan mucho. -Sabía que llevaba las bolsas más pesadas, pero se las di igualmente, no iba a dejar la comida en el suelo.

-Gracias. -abrí, llamé al ascensor e intenté quitarle a Leo las bolsas que le había dado, pero no me dejó.

-No te preocupes, tú encárgate de abrir las puertas.

Entramos y nos dirigimos a la cocina para colocar todo en su sitio, yo me encargué de meter las cosas en la despensa, vaya que a Leo le diera por echar un vistazo a mis cuadros y se encontrara con algo que no quisiera enseñarle.

-Voy a empezar haciendo la ensalada, como creo que eso es poco, voy a hacer también unos filetes de pollo.

-Me parece bien.

Sacó las cosas que necesitaba y empezó a cortar los ingredientes encima de una tabla de madera que no recordaba que tenía. Caminé al salón para encender los altavoces, puse la playlist que teníamos conjunta y volví a la cocina. Me senté en una banqueta de color blanca que tenía en una esquina y observé a Leo, simplemente eso, no hacía falta nada más. Veía cómo movía las manos al cortar la lechuga, luego el tomate; después puso una olla en el fuego y le echó aceite, para más tarde poner los filetes a cocinar. Era perfecto, tenía una agilidad en la cocina que nunca llegué a pensar que tendría, me encantó verlo en esa situación (se le veía concentrado), el pelo le caía hacia delante y le tapaba un poco por debajo de la frente, me dieron ganas de tocarle el pelo y echarlo para atrás, pero me contuve y me quedé donde estaba.

Solo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora