Capítulo 10

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Sí, me iba a llevar en moto, ¡en moto! Fue lo primero que vi en la calle al salir, una Vespa de color gris con dos cascos en el asiento. A su lado estaba Leo, apoyado en la pared del edificio donde se encontraba mi apartamento, iba vestido con unos pantalones largos negros y una camisa azul remangada por encima del codo, y, como no, su ya característico pelo alborotado. Hay que decir que estaba guapísimo (nunca iba a negar la verdad), me quedé unos segundos mirándolo y me empezaron a sudar las manos, no sé porque reaccioné de esa manera, seguro que fue porque a esas horas hacía bastante calor en la calle.

Si quieres que decirte eso para sentirte mejor...

Me acerqué a él y me tendió uno de los cascos que había sobre la moto.

-Menos mal que te has puesto pantalones. -me sonrojé un poco cuando pasó su mirada por mis piernas.

-Parece que el destino sabía lo que iba a pasar. -me puse el casco, pero no tenía ni la menor idea de cómo abrocharlo, me fijé en cómo lo hacía Leo, pero no sirvió de nada. Estuve alrededor de un minuto más intentándolo hasta que él me paró.

-¿Puedo?

-Por favor.

Alcé la cabeza para que tuviera mejor acceso al enganche, era demasiado alto.

-Tengo una idea, ¿te subes al escalón del portal?

Me subí a donde indicó y aún así tuve que alzar un poco la cabeza, ya si llegaba. Cogió los extremos del enganche y empezó a abrochar el casco, sus dedos se estaban moviendo por debajo de mi barbilla y me rozaban la piel, no fue incómodo, pero me estaba poniendo un poco nerviosa. Cuando terminó de abrocharme el casco, nuestra piel dejó de estar en contacto.

-Te queda un poco grande, voy a apretarlo más, solo por seguridad. -asentí.

Esta vez no me tocó la cara, solo puso sus manos sobre la cuerda y ciñó el casco a mi medida.

-Lista, ya podemos irnos.

-Vale... -dije un poco insegura, él levantó una ceja como si estuviera haciendo una pregunta-. Nunca he montado en moto.

-Pues te va a encantar.

Se subió él primero y luego me monté detrás. Me indicó que tenía que sujetarme a los laterales de su torso, y eso hice, pero arrugué la camisa entre mis puños para sentirme más segura cuando arrancó la moto. Una vez en la carretera, me agarré un poco más a Leo con los brazos. No pareció incomodarle, así que no cambié la postura.

Durante el trayecto, me fijé en su figura, estaba en forma, me percaté de ello desde el primer momento que le agarré la camisa, tenía el torso fuerte, y la camisa se le pegaba a los brazos, sin dejar ninguna duda sobre todo lo que su cuerpo estaba trabajado. Otra cosa de la que no me había dado cuenta antes, era de lo bien que olía, llevaba una de esas colonias que gritaba "hombre" por todas partes. Me encantaba que los hombres utilizaran ese tipo de colonias, hacía que me llamaran la atención al instante.


Llegamos a lo que supuse que era su casa (más bien su mansión), ya que abrió la puerta y metió la moto en una cochera.

-Hemos llegado.

-Whoa tienes una casa impresionante.

-Gracias -agachó la cabeza-. Creo que mi padre no ha llegado, pero mi madre sí se encuentra en casa.

Vivía con sus padres, no sé por qué, pero me lo suponía. No era nada malo, vivir con tus padres a los veinticuatro años de edad, puede significar que los quieres tanto que no has querido independizarte para no separarte de ellos, o no. Tampoco quería inmiscuirme mucho en el tema, si él no me decía nada yo no iba a preguntar.

Solo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora