Capítulo 15

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Había llegado el día del evento, me levanté nerviosa, tenía puesta toda esperanza en que ese día saliera medianamente bien. Así que me levanté temprano, me puse ropa cómoda y guardé el único vestido azul (de raso) que tenía en el armario en una funda. Cogí algunos accesorios no muy llamativos de plata y los guardé en el neceser que iba a utilizar para guardar el maquillaje; no me llevé una plancha para el pelo porque sabía que Anna llevaría una y la compartiría conmigo. Por último, busqué unas sandalias cómodas de color blanco y un bolso que hiciera juego con éstas.

Bajé al aparcamiento y guardé en el maletero de mi coche todo lo que había cogido, y algunas cosas que me había dicho Victoria el día anterior que llevara. Me monté en el coche y lo arranqué, esta vez sí respondió (ya que lo había llevado al mecánico la semana después de ir a casa de Leo), me abroché y tomé dirección a Coku, donde me reuniría con mis compañeras de trabajo. Cuando llegué vi cómo Anna me estaba esperando en la entrada para señalarme que metiera el coche en el parking que había exclusivo para empleados, menos mal, si no hubiera sido por eso tendría que haber cargado con todo por la calle.

-Al lado de mi coche hay un sitio libre, puedes aparcarlo ahí. -dijo mi amiga cuando pasé el coche por su lado.

-Pues lo voy a dejar ahí, ¿puedes venir a ayudarme con las cosas?

-Claro, espera y me monto- abrió la puerta del copiloto y se sentó-. Así no tengo que andar tanto.

Aparqué justo donde me había indicado que lo hiciera y nos bajamos del coche. Abrí el maletero y nos repartimos las cosas entre las dos, así se haría menos pesado.

-No te lo he dicho, pero Roberto va a venir esta tarde para hacernos compañía.

-Qué bien, así no nos aburrimos tanto.

-Exacto.

-Yo hablé ayer con Luca, le estuve contando lo que había pasado últimamente. También le conté sobre Leo, le dije que estamos juntos.

-¿Se lo dijiste? ¿Pero le contaste la verdad?

-No, he decidido que lo mejor es que lo sepan las menos personas posibles, Leo no sabe que tú lo sabes, aunque el otro día en la oficina pudo darle una pista, pero aún así, te pido por favor que no lo menciones, y que no se lo digas a Roberto.

-Por mis labios no saldrán palabras que tengan que ver con nada de eso. -hizo el gesto como si se cerrara la boca con una cremallera.

Subimos a una habitación que habíamos preparado para arreglarnos cuando se fuera acercando la hora de abrir las puertas, allí dejé mi vestido y las demás cosas que había traído.

-Buenos días Bianca. -dijo Victoria al entrar por la puerta.

-Buenos días.

-Espero que no se te haya olvidado traer lo que te pedí.

-No, aquí tienes las guirnaldas plateadas y el confeti del mismo color.

-Perfecto. Ya que estáis aquí las dos, me gustaría que subierais a ayudarme con los últimos detalles, necesito las máximas manos posibles -accedimos y subimos a la terraza con ella guiando el paso. -. Toma Bianca, tú puedes poner las guirnaldas alrededor de las mesas; y tú, Anna, puedes tirar el confeti para que caiga por todo el suelo, así le dará un ambiente más divertido al lugar.

Hicimos lo que nos dijo, yo me dirigí a las mesas y fui poniendo un par de tiras en cada una, cuando llegué a la mesa donde iba a sentarse la escritora, me quedé sin guirnaldas plateadas y le dije a Victoria que iba a pasarme por un bazar que había cerca del establecimiento para comprar más, ahora no solo tenía que comprar de color plateado, sino que también debía comprar unas cuantas azules para que hicieran juego con los vestidos, una tontería.

Solo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora