Capítulo 26

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Salí de mi apartamento con lo que Tella me había vestido para esa noche. El conjunto de falda y top, y el peinado que... bueno, no esperaba menos de una persona que se había cortado el flequillo, con unas tijeras de cocina, en lo que ella había llamado una "crisis" a los trece años. Me había hecho una clase de moño bajo que me hacía sentir como si tuviera a una persona encima que me intentara aplastar la cabeza; también me había sacado dos mechones del flequillo y los había cortado un poco, poniendo la excusa de que tenía las puntas dañadas (la dejé hacerlo), para luego hacer una onda muy pronunciada en ellos; para terminar me puso unas perlas pegadas alrededor del moño, decía que le daba un toque chic, aunque yo realmente veía mi peinado como una de esas ideas que se te pasan por la cabeza, y al hacerlas, te das cuenta de que el resultado no quedaba tan bien como creías que iba a hacerlo.

-¿Cuándo viene Javi a Sant'Agnello? -preguntó mi hermana mientras bajábamos las escaleras-. A lo mejor papá y mamá quieren conocerlo antes de la boda.

-Viene el miércoles -inventé-, de todas maneras vamos a estar muy ocupados con... -me callé nada más verlo a través de los cristales del portal.

Estaba apoyado en la pared de enfrente a mi piso, con la Vespa a su izquierda. No me vio porque estaba ocupado mirando algo en el móvil, pero tuve que pensar rápidamente una excusa para que mi hermana no se diera cuenta del percal.

-Ya... ocupados... ¡Eh! -exclamó cuando la cogí por los hombros y la puse de espaldas al portal para que Leo no me viera-. ¿¡Pero a ti qué te pasa!? -dijo intentando soltarse de mi agarre.

-Me acabo de acordar de que se me ha olvidado el pintalabios al lado del lavabo, tengo que subir -dije, a lo que ella respondió con una sonrisa de superioridad.

-Eso es imposible, como predigo el futuro, te lo he metido en el bolso para que no pasara esto. -Abrió un bolsillo estratégico de mi bolso y sacó mi pintalabios.

Mierda.

Así que tuve que inventarme otra excusa para que se fuera y no saliéramos a la vez.

-Pero es que también tengo que ir al baño, me ha dado un apretón de última hora.

-Madre mía hermanita, qué fina. -se rio.

Le di dos besos y nos despedimos, ya no nos veríamos hasta el día de su boda. Subí unas pocas escaleras y me fijé en cómo salía del portal sin ni siquiera posar la vista sobre la persona que había frente a ella.

Esperé unos diez segundos para asegurarme de que ya hubiera pasado mi calle y salí a encontrarme con Leo.

Bajé el portal de un pequeño salto (como siempre me gustaba hacer) y Leo sacó la vista del móvil para mirarme de arriba a abajo. Yo me quedé en mi sitio, un poco cortada, ya que me vinieron a la mente las imágenes de la última vez que nos habíamos despedido en ese mismo sitio hacía unos días. El beso que él me dio en la comisura del labio. El que yo le di en el cuello.

-Buenas noches, pequeña. -rompió el silencio.

-Buenas noches, listillo.

Su cara se le iluminó al jactarse de que me acordaba de las palabras exactas que había dicho aquella noche, y pude apreciar que ojos se oscurecieron Mi reacción fue inmediata, y una sonrisa triunfante se instaló tímida en mi cara.

-Entonces... ¿a qué has venido? -pregunté mientras él se tomaba su tiempo para acercarse a mí.

-Pues a acompañarte hasta el restaurante.

-Leo, te dije que nos veríamos allí directamente, así Victoria no sospecharía nada de... esto -dije, moviendo el dedo índice entre nosotros.

-¿Esto?¿Hay un esto? -dijo repitiendo mi acción y moviendo un dedo entre los dos. Con una ceja enarcada.

Solo entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora