Epílogo

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Daphne.

Cuatro años después.

—Amooooor ¿Sabes dónde quedó mi cargador?

Estoy sentada en mi lugar habitual de trabajo concentrada en mi computador pero alzo inmediatamente la cabeza cuándo Kristen me habla.

—No, mi preciosa ¿Dónde lo dejaste ayer cuándo nos fuimos? Recuerdo que lo tiraste en algún lugar de la habitación.

Dejo mi computador a un lado y me levanto para subir a nuestra habitación.

"Nuestra"  Un sueño que anhelé toda mi vida y ahora se volvió real. Estoy viviendo con la chica de mi vida.

—¿Preciosa, ya lo encontraste? —me asomo por la puerta.

—Sí amor, Sally lo tenía escondido —se ríe.

Hace poco adoptamos a un pequeño y tierno conejo que es más travieso que yo incluso. De tal palo tal astilla.

—¿Ves? Cuántas veces te dije que no dejes las cosas por ahí tiradas —me acerco a abrazarla por la cintura y la miro a la cara.

—Lo siento.

—Ya cielo, no te preocupes. Ponte preciosa, como siempre, te doy treinta minutos para que estés lista.

—¿Qué? ¿Pero a dónde vamos? —frunce su ceño y yo me muerdo el labio inferior. Maldita manía, lo hago cuando estoy nerviosa, por ende, siempre es cuando estoy con Kristen.

—Es sorpresa. Ah, y ponte ese vestido que hace poco te compré, el negro que tanto me encanta —le doy un beso rápido y salgo de allí.

Ella es siempre la que más se demora en arreglarse, con ella aprendí a ser más paciente aunque a veces me estrese. ¿Qué le puedo hacer? Yo misma me metí solita en esto.

Yo me arreglé casual como siempre lo hago, mi estilo es más de trajes, diferente al de Kristen, por eso siempre nos dicen que somos polos opuestos, y bien se dice que esos siempre se atraen.

Bajo a esperarla mientras la veo gruñir del desespero y yo solo me río por lo bajo. La amo, aún si pasan cuarenta mil años seguiré enamorada de ella. Timbra mi celular y veo que es papá.

—Hola cariño ¿Cómo están Kristen y tú?

—Hola papá, todo anda bien ¿Y ustedes? ¿Cómo está Jane?

—Algo rebelde, ya sabes, la pubertad, pero nada que no pueda controlar.

—En estos días voy y hablaré con ella ¿De acuerdo?

—Está bien mi princesa. Cuídense mucho, ¿sí? Se les extraña. ¡Vuelvan pronto!

—¡Hasta luego, mi niña!

Es increíble cómo la señora Amelia y mi papá terminaron juntos, y al parecer congeniaron muy bien desde el primer día en que se conocieron. Aquella cena familiar en donde pasaron muchas cosas, desde confesar nuestra relación hasta la discusión con mamá.

—¡Adiós, señora Amelia!

Papá cuelga. Hace más de un año, casi dos que están juntos y nosotras encantadas de que lo estén. Por otro lado, he visto un par de veces a Susan pero solo de lejos. Al parecer ha estado con varios hombres y ninguno le ha funcionado, de hecho, no hace poco más de algunos meses llegó a casa a rogarle a papá que volviera con ella. Demasiado patético. Ella es un tema que papá y yo superamos hace mucho cuando fuimos a terapia. Es algo que yo también superé aunque aún recuerdo todo lo que me hizo, mi niña interior siempre le guardará algo de rencor a ella.

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