Capítulo 3

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Daphne.

Voy a mi clase pero tengo una discusión con el señor Alberto así que salgo del aula por orden de él. Maldito viejo. Es un sexista, machista y un estúpido cerdo que cree que las mujeres somos un trapo para dejarnos hacer lo que ellos quieran. Que solo servimos para cocinar, mantener a los maridos y a los hijos en casa.

Di mi opinión, mi inconformidad con sus palabras y no le gustó, así que discutimos y me sacó de la clase.

Salgo al jardín de la facultad para relajarme allí pero mis ojos se enfocan en una cosa o mejor dicho, en una persona. Está sentada, alejada, relajada y escuchando música con los ojos cerrados.

Se ve tan tranquila y serena que es imposible creer que parezca un ángel. Peliblanca, de cabello entre largo y corto, ojos castaños, piel blanca, más alta que yo y sonrisa perfecta. Y tiene unas preciosas pecas que no se le notan mucho pero yo al observarla -casi- siempre, lo sé.

Decido seguir mi impulso y voy hasta dónde ella está. Me paro frente a ella y al parecer siente mi presencia porque abre los ojos y parece sorprendida de verme.

—Hola.

—Hola Daphne.

Joder. Mi nombre en sus labios suena tan exquisito. Inconscientemente muerdo el labio inferior y ella lo nota porque su mirada va hasta mis labios.

—Hmm... ¿Puedo sentarme?

—Claro, hazlo.

Procedo a sentarme junto a ella y automáticamente siento su calor y su perfume de rosas y frutales impregna mi nariz.

—Y... ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en clase ahora? —frunce el ceño pensativa.

—Sí, debería... —me río negando con la cabeza—. Pero el viejo asqueroso de mi clase de Mercadotecnia para el Diseño me sacó del aula por decir mi opinión a su estúpido argumento de "las mujeres no deben trabajar, solo mantener y cuidar a su familia en la casa".

—Qué asco de profesor.

—Sí, es un profesor horrible y asqueroso.

Siento que se ríe despacio y volteo a verla. El sonido de su risa es de las cosas más relajantes que he escuchado en mi vida. Parece el canto de un ángel.

—¿Por qué te ríes? ¿Dije algo gracioso? —frunzo el ceño y chasqueo la lengua.

—No, no. Es que justo cómo te imaginé así eres.

—¿Soy cómo? —arqueo las cejas.

—Así. Confiada y segura de sí misma y que no se deja intimidar de nadie.

Sí supiera que la que me intimida es ella.

—Nah, cómo crees. Alguien tenía que poner en su lugar a ese señor.

—Bien merecido lo tenía —me sonríe y le brillan los ojos, así que le sonrío yo también.

Nunca me imaginé estar justamente con Kristen, sentadas en un jardín mientras hablamos de lo asqueroso que es mi profesor y cosas triviales, sin sentir que el corazón se me saldrá del pecho. Hasta ahora noto que tiene su cámara y no dudo en preguntarle:

—¿Has tomado alguna foto?

—Varias. La traje justo ya que el día está lindo, cálido —mira el cielo y yo hago lo mismo, sintiendo la calidez del día mientras los pájaros vuelan alrededor y las nubes están despejadas.

—Es un buen lugar para tomar fotos.

—Lo es. Y el día también me favorece.

Se queda en silencio mientras me mira, concentrada en sus pensamientos y la sombra de una sonrisa aparece. Muerdo el labio inferior y desvío la mirada.

•••

¡Hola! ¿Qué tal la segunda interacción de Kaphne? Daphne se notó más relajada hoy y eso le dió puntos a su favor.

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¡Nos vemos el jueves!

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