6: Jungkook

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El viernes por la noche, conducimos hasta el bosque y aparcamos junto a la larga hilera de coches alineados junto a la verja, ignorando las cadenas oxidadas y los carteles que nos advierten de que no debemos entrar sin autorización. Podríamos meternos en muchos problemas por esto, sobre todo teniendo en cuenta lo que hacemos aquí casi todos los fines de semana, pero llevamos años viniendo y todavía no han pillado a nadie.

Una vez que he ayudado a Seokjin a trepar por la valla de dos metros, tomamos el viejo camino hacia la iglesia abandonada, a unos 800 metros de distancia, siguiendo el sonido de la música que suena a lo lejos. Justo detrás del edificio en ruinas, hay un pequeño claro entre los árboles, lleno de chicos de instituto y estudiantes universitarios que pasean con vasos individuales llenos de cerveza barata. El lugar que utilizamos es sólo un pozo de tierra hundido, rodeado por unos cuantos troncos en los que la gente se sienta para beber, drogarse y ver el derramamiento de sangre.

El tipo que dirige estas cosas estaba un poco asustado de tenerme al principio teniendo en cuenta que soy el hijo de un conocido policía, pero no tardé mucho en ganarme mi lugar aquí y demostrar que no soy un chivato.

Mark y los chicos nos alcanzan y miro a mi alrededor, encontrando a Skully hablando con un grupo de chicos junto a la hoguera, probablemente cerrando la última de sus apuestas antes de que me toque luchar.

Es un mierdecilla escuálido con el pelo oscuro y rizado cortado hasta los hombros, y aunque sabe que es demasiado viejo para seguir de fiesta con un grupo de jóvenes de instituto, necesita el dinero para pagar el alquiler y pagarse la universidad, igual que yo necesito el dinero para llevarnos a mí y a Seokjin a un lugar lejos de aquí.

Todavía no puedo conseguir un trabajo de verdad, sobre todo porque no puedo estar lejos de Seokjin durante horas, pero también porque nuestro padre no quiere que seamos independientes. No quiere que dejemos esta mierda de ciudad en unos meses como estamos planeando.

Quiere que estemos atrapados aquí bajo su pulgar, que nos quedemos así hasta que seamos lo suficientemente mayores para entrar en la academia de policía como él.

Quiere controlarnos de todas las maneras posibles, y que me maldigan si me quedo sentado sin hacer nada para detenerlo.

Lucharé contra cien hombres adultos si eso es lo que hace falta para proteger a mi hermano pequeño.

—Oye, Jungkook—, me dice Skully cuando me ve y se acerca a darme una palmada en la espalda. —¿Qué tal, pequeño Jeon?—, bromea, alborotando el pelo de Seokjin bajo su capucha.

Mi mandíbula se estremece y le agarro del hombro para hacerle retroceder un paso, haciendo ademán de retirar su mano de la cabeza de Seokjin.

—No hagas eso.

—Lo siento—, se ríe, lanzándome la bolsa que le pedí antes por mensaje, haciéndome un gesto cuando saco la cartera para pagarle. —Olvídalo, chico. Esta la pago yo.

Sacudo la cabeza y le doy el dinero, como él sabía que haría, porque no aceptamos limosnas de nadie. Seokjin me quita la cocaína de la mano y yo se la devuelvo, mirándole por debajo de las pestañas mientras agacho la cabeza para darle una calada.

Una vez que estoy convencido de que no es veneno, se la entrego y él sonríe para sí mismo, metiendo mi llave en la bolsa para esnifar su propia dosis. Se limpia la nariz con la manga y yo escudriño a la multitud en busca del universitario que Skully me ha conseguido emparejar esta noche, jodidamente ansioso por liberar toda la energía acumulada en mi interior.

—¿Dónde está?

—Allí—, responde Skully, inclinando la barbilla hacia el chico de pelo rubio y aspecto de quarterback que resulta estar hablando con mi ex novia. —Se llama Avery. Es, eh... es engreído, ¿sabes?

Dangerous loveWhere stories live. Discover now