8: Jungkook

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Hoy es un mal día.

Así los llamaba nuestra madre antes de que supiéramos lo que era la depresión. Aquellos en los que su cuerpo y su mente se negaban a trabajar con ella, en los que no hacía otra cosa que estar tumbada en la cama todo el día, incapaz de mantener esa sonrisa falsa en su cara o de comer o incluso de hablar con nosotros.

Seokjin es como ella, pero mientras que ella tenía más días malos que buenos, especialmente hacia los últimos meses de su vida, él tiene más días buenos que malos.

La mayor parte del tiempo.

Lo llevaré a buscar ayuda después de que nos graduemos, si eso es lo que quiere, pero por ahora lo único que puedo hacer es verlo sufrir y seguir escondiendo las hojas de afeitar. Como si percibiera mis ojos en las cicatrices que no puedo ver bajo su sudadera con capucha, cierra la mandíbula y se baja las mangas hasta los nudillos, recostándose a mi lado en el sofá de tres plazas en el que estamos sentados. El pequeño salón de Austin está repleto de gente borracha, la mayoría de ellos demasiado jodidos para pensar con claridad a estas alturas, las luces bajas, la música alta ahogando los sonidos de sus gritos y risas.

—No tenemos que estar aquí, ¿sabes?— Vuelvo a preguntarle, con la esperanza de sacarle una frase real esta vez, pero se limita a mirar su regazo y a encender el mechero para quemar el porro que se está fumando.

Suspiro y le paso la mano por el pelo, besando discretamente su sien antes de levantarme. Me acerco a la cocina y le traigo una botella de agua de la nevera, sacudiendo la cabeza cuando veo a Austin y a Parker besándose con un par de gemelos muy calientes en el otro lado de la habitación.

Mark se acerca y coge una cerveza de la caja de la encimera, inclinando la barbilla hacia Seokjin mientras la destapa con los dientes.

—¿Qué le pasa?

—No es de tu puta incumbencia.

Resopla ante eso, asintiendo para sí mismo mientras toma un sorbo. —Sí, bueno, creo que el chico nuevo también quiere saberlo.

Me tenso y miro hacia arriba, luchando por no reaccionar cuando veo a Baekhyun de pie al final de la estrecha escalera, una vez más mirando a mi hermano como si fuera el chico más guapo que ha visto nunca.

—El chico parece un puto maricón—, se burla Mark, sin molestarse en enmascarar su repugnancia hacia los gays.

Ese es el problema de esta ciudad de mierda.

Si no eres homófobo, no eres normal.

—No es un marica—, murmuro, manteniendo mi tono aburrido, deseando interiormente poder meterle el puño en la garganta. —He oído que le gusta mucho el coño de Lisa.

—¿Por eso no soportas al tipo?

No respondo a eso, esperando que tome mi silencio como un sí y se vaya a la mierda. Puede pensar lo que quiera sobre mí mientras mantenga sus pensamientos alejados de Baekhyun y de la forma en que sigue follando con los ojos a la única persona que me importa.

No permitiré que este tipo se lleve a Seokjin con él. Mataré a un hijo de puta antes de dejar que eso ocurra.

Mark se distrae con una chica que no reconozco y me relajo un poco, pero mi rabia no tarda en surgir de nuevo cuando veo los ojos de Seokjin clavados en los de Baekhyun. El engreído de mi hermano inclina la cabeza hacia un lado y expulsa una espesa nube de humo, moviendo lentamente la mirada sobre su figura y luego de vuelta a su cara.

Parece que está considerando algo, y nada me apetece más que acercarme a él por detrás, arrancarle la cabeza por el pelo, tirar de sus ojos hacia los míos y recordarle a quién coño pertenece.

Dangerous loveWhere stories live. Discover now