9: Jungkook

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DIECISIETE AÑOS.

Algo va mal.

Me doy cuenta por la forma en que ha hecho correr el agua del baño cuatro veces en los últimos veinte minutos, casi como si se estuviera lavando las manos o cepillando los dientes una y otra vez.

Sé que odia dormir en su propia cama, pero nunca se ha levantado así toda la noche y me está poniendo nervioso.

Cinco veces.

Justo cuando estoy a punto de levantarme, Lisa me pone la mano en la mejilla y vuelve a acercar mi boca a la suya, frunciendo el ceño cuando aparto la cara para detenerla.

—¿Qué...?

Ignorando lo que está a punto de preguntarme, me saco de su coño y tiro el condón vacío, metiendo la polla bajo la cintura de mis bóxers mientras me dirijo al baño.

Empujo la puerta y Seokjin da un puto salto, maldiciéndose cuando tira accidentalmente el dispensador de jabón de cerámica de la encimera. Se estrella en el suelo junto a sus pies y lo mira durante un segundo, evitando mis ojos mientras se agacha para recoger los trozos.

—Déjalo—, le ordeno, cerrando la puerta tras de mí para asegurarme de que Lisa no pueda verlo a él ni a sus cicatrices.

Retira la mano, pero sigue agachado en el suelo, sin más ropa que sus calzoncillos y una camiseta negra descolorida que se parece a la mía. Ladeo la cabeza cuando sigue allí, negándose a mirarme, y es ahora cuando me doy cuenta de lo mucho que tiembla, con su pelo negro sobresaliendo en todas direcciones como si hubiera intentado arrancárselo del cuero cabelludo.

—¿Estás bien, Seokjin?

—Sí—, dice, pero no soy idiota.

Últimamente se comporta así muchas veces y sé que me está ocultando algo, que me está mintiendo sobre algo por primera vez en más de catorce años.

No me gusta.

Con cuidado de no cortarme los pies con el cristal, lo cojo por la cintura y lo dejo sobre la encimera, tocando la tela de la enorme camisa que le cubre el culo y la parte superior de los muslos.

—¿Has estado robando mi mierda otra vez?

Se ríe tímidamente y asiente con la cabeza, pero luego su risa se convierte en una mordaza y deja caer la cara sobre sus manos, escondiéndose de nuevo de mí. Me duele el corazón por él y me muevo para colocarme entre sus piernas, tomando suavemente sus muñecas para rodear su cuello con sus brazos.

—Háblame, hermanito—, susurro, mis labios rozando el punto entre sus cejas. — No puedo arreglarlo por ti si no me dices qué te pasa.

—No puedes...—, se interrumpe, todavía temblando como una hoja, temblando como si tuviera frío. —Quiero decir que no puedo... porque... joder.

Frunzo el ceño y le paso las manos por la parte superior de los brazos y luego por la espalda para darle calor.

—¿Seokjin?

—Nunca me dejarás, ¿verdad?—, pregunta al azar, levantando sus brillantes ojos grises hacia los míos. —Lo prometiste, ¿recuerdas? Dijiste...

—Sé lo que dije—, interrumpí, mirando rápidamente a la puerta antes de volver a mirar hacia él. —Y no lo haré. Somos tú y yo pase lo que pase, lo sabes. Así que deja de jugar conmigo y dime lo que has hecho, ¿vale?

—No hice nada—, murmura, acercándose más a mí, alcanzando sus brazos alrededor de mi cabeza. —No es eso, es que... puedo oír cómo te la follas a través de la pared y es...— Vuelve a tener arcadas, casi como si le fuera físicamente imposible sacar las palabras. —Mierda, me pasa algo. Tengo la cabeza hecha un lío y creo... creo...

Dangerous loveWhere stories live. Discover now