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Tan rápido como puedo pasar a través de la multitud, me dirijo a los vestidores, mi corazón desbocado y mi cuerpo aún sufriendo por el nerviosismo.

Encuentro a Matt discutiendo con Chan sobre como "el bastardo está jugando con fuego" y cuando ambos se fijan en mi, el Entrenador se aleja y Chan me señala con un dedo para que me acerque, luego saca la llave de la suite de Bin de sus bolsillos y me la extiende.

La tomo y me dirijo al hotel, que por suerte está a la vuelta de la esquina.

Encuentro a Changbin sentado en el banco a los pies de su cama, con el pelo oscuro desordenado como siempre, su respiración todavía un poco irregular, y una ola de alivio relaja mi cuerpo cuando levanta la cabeza y me lanza su sonrisa perezosa.

-¿Te gustó la lucha? -pregunta, con una voz áspera, deshidratada.

No puedo decir que no, pero tampoco puedo decir que sí, no lo sé porque es una experiencia demasiada complicada para mí.
Peso digo: -Le rompiste las costillas al último.—

Una ceja se alza elegantemente, luego drena lo último de su bebida energética y la tira al suelo.

-¿Estás preocupado por él o por mi?-

-Él, porque es el único que no podrá levantarse mañana -Lo digo en broma, pero aunque gruñe no sonríe.

Estamos solos.

Y de repente todos los poros de mi cuerpo lo notan.

Mis manos se sienten un poco inestables y agarro un ungüento y me arrodillo entre sus piernas para ponerlo en el corte de su labio.

No está sangrando, pero está roto justo en el medio de su carnoso labio inferior. El tiempo se desvanece cuando mi dedo presiona ahí, con los ojos entornados mientras me mira.

—Tú — susurro —Me preocupo por ti.—

La conciencia repentina del ritmo exacto de su aliento me supera. Estoy tan cerca que inhalo el aire que él exhala, y sin previo aviso su esencia está dentro de mí.

Huele tan bien, salado y limpio, como el océano, y soy incapaz de detener mis reacciones ante él. Mi cabeza da vueltas dentro mi cráneo. Me imagina girar la cabeza sobre su cuello húmedo y deslizar mi lengua por todas y cada una de las gotas de sudor que veo en su piel.

Con el ceño fruncido por mis propios pensamientos, tapo el botecito, pero sigo de rodillas, debatiéndome si debo apartarme.

—Lastimé mi hombro derecho, Félix.—

Mi nombre casi pronunciado se mueve sobre mi coronilla y la forma en que lo dice me afecta, pero lo cubro con un suspiro de tristeza fingida.

—Con alguien como tú, yo sabía que era demasiado esperar que sobrevivieras la noche solo con un corte en el labio.—

—¿Vas a arreglarlo?—

—Claro Alguien tiene que hacerlo—
Sobre mis pies, me dirijo a arrodillarme en el borde de su cama para agarrar sus hombros.
Ya no estoy sorprendido por la forma en que cada célula de mi cuerpo se enciende ante la sensación del cuerpo de este hombre, su piel contra mis manos, contra mí.

Cierro mis ojos y me permito disfrutar de la sensación por un momento mientras intento relajarlo, pero la tensión de su cuerpo es más implacable que nunca.

Presiono más en su hombro derecho y susurro: —Ese bastardo te dejó bastante dañado aquí. Tienes un montón de nudos. ¿Te duele?—

-No.-
Creo que escuche un poco de diversión en su voz, pero no estoy seguro.

-B.O.X- ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora