Alrededor de las 3a.m, Changbinnie se queja hambriento en mi oído y se levanta para atacar la cocina, y mientras estoy acostado en la cama, estirándome, mi estómago está de acuerdo al instante.
Enciendo una lámpara y me deslizo en la primera cosa que sale de la maleta de Bin, que termina siendo uno de sus túnicas de raso rojo con la palabra Spear-B bordada en él.
Ato el cinturón fuertemente alrededor de mi cintura, y la tela se siente deliciosa y fría contra mi piel. El manto me queda enorme, llegando hasta mis rodillas, pero sonrío porque me encanta llevar sus cosas.
Corro tras él para inspeccionar lo que Dahyun nos dejó en la cocina.
En el interior del microondas hay dos platos calientes de pollo con queso parmesano, espinacas y ensalada de remolacha con una guarnición de papas rojas.
Voy afuera para conseguir nuestros cubiertos, cuando veo a Bin holgazaneando en la mesa del comedor, con el torso gloriosamente desnudo y en un par de pantalones deportivos colgando de sus caderas.
Está recogiendo la mantequilla de maní en un palo de apio y comiendo, pero deja de comer cuando me ve e inmediatamente se traga todo lo que tiene en la boca.
Sus ojos se abren, se le cae el pedazo de apio restante y se inclina hacia atrás en su silla, cruzando sus musculosos brazos haciendo que las enredaderas de tinta en la parte superior de sus bíceps se vean oscuras y sexys.
—Mírate— dice las palabras con un gruñido de placer masculino.
La palabra SPEAR-B quema deliciosamente en mi espalda mientras me dirijo hacia él con los platos, sonriendo.
—Te la devolveré cuando volvamos a la cama.—
Sacude la cabeza y acaricia su regazo.
—Si es mío, es tuyo.—Pongo la comida en la mesa y ahueca mis caderas a través del satén, sentándome en su regazo.
—Estoy tan jodidamente muerto de hambre.—Toma una pap con los dedos y se la mete en la boca, lamiendo sus dedos.
—Amarías las papas rojas de mi madre. Agrega la pimienta de cayena y les da un toque especial— le digo mientras levanto el tenedor y lo meto en mi boca, el sabor del romero y la papa derritiéndose en mi lengua.
—¿Extrañas tu casa?
La pregunta me hace mirarlo mientras termina otra papa, y me doy cuenta que él no ha tenido alguna vez realmente un hogar. ¿Tiene uno?
Su casa ha sido un ring de luchas, un montón de hoteles. Su familia ha sido su equipo y sus fans.
Mi pecho se hincha, a punto de estallar por él.
Cuando me encerré con él en su suite en el hotel, justo después de que vi a Hyun sedarlo esa primera vez, Bin había estado en una depresión y yo ni siquiera lo sabía.
Me había mantenido dentro para permanecer la cordura, pero no sabía esto tampoco.
Todo lo que había sabido era que no quería que me fuera de esa habitación y que no quería a nadie más dentro. Me quería allí. Quería mis caricias como si le faltaran, y mi boca fuera la única calidez en su frío, su única luz en su oscuridad.
Changbin no es un hombre de palabras. Es un hombre de intuición y acciones.
Este grande y fuerte hombre, a veces necesita ser cuidado, y juro que me muero por ser la persona que cuidará de él más de lo que he querido ser otra cosa.
¿Él, que nunca ha tenido un hogar, quiere saber si extraño al mío?
¿Cuándo duermo como un rey, en una cama suave, en sus brazos, y como la mejor comida que podría comer, tengo un trabajo, y paso el tiempo con él cuando a veces es arrogante, a veces gruñón, y siempre adorable?