Cuando llegamos al hotel, todos estamos en el mismo ascensor, y estoy agitado cuando veo los números subir más lento que nunca.
No sé lo que voy a hacer con Hae, pero sé que tengo que hacer algo. Las puertas se abren en mi piso, y oigo que Hyun le dice algo a Changbin mientras salgo, y la voz molesta de Bin chasqueando cerca detrás de mi.
—Hyunjin, hablaremos de esto más tarde, sólo relájate, todos relájense.—
—¡Vuelve aquí, Bin, tenemos que hablar!—
—¡Habla con la pared!—
Desesperado por escapar, entro en mi suite, pero lo escucho inmediatamente detrás de mi.
—¿Estás bien?—Cierra la puerta, y la repentina visión de él en esa ropa sexy que lleva después de una pelea, un par de pantalones a la cadera y una camiseta suave que abraza todos sus músculos, ese hermoso rostro tan lleno de preocupación y desordenado cabello negro, hace que mi corazón se estanque y mis piernas quieran correr hacia él para que pueda sentir la fuerza de sus brazos alrededor de mi otra vez.
Quiero esos brazos sosteniéndome con desesperación, cuando mi mente gira en todas direcciones, aturdido por lo que acaba de suceder.
Pero sé que no merezco esos brazos sosteniéndome en primer lugar.
Es obvio que lo arruinó por mí, como si no fuera suficiente sentirme ahora lamentablemente inadecuado e indigno de él, ahora tengo que vivir con el hecho de que cayó al tercer o cuarto lugar por mi culpa. Dios.
Se ve tan fuerte y poderoso mientras está de pie delante de mí, todo sudado y las venas marcadas en su brazo bombeando sangre sana y fuerte, que deseo desesperadamente que pueda decirme que mi hermana va a estar bien.
Pero ni siquiera conoce a mi hermana, y después de conseguir que lo descalifiquen, él es el último hombre en el mundo al que debería estar pidiendo apoyo.
Suspirando, mi mano tiembla mientras señalo la puerta pasando sus hombros.
—Ve a hablar con ellos, Bin.—Me he dado cuenta de que su voz suena a veces más concisa cuando me habla, más que con cualquier otra persona, pero esta vez es aún más gruesa y rugosa que lo habitual.
—Primero quiero hablar contigo.—Se queda, pero ninguno de los dos dice nada.
Estoy muy ocupado tratando de formular una disculpa por arruinar su pelea, y al mismo tiempo, estoy reacio a aceptar la culpa cuando ¡no le pedí que viniera detrás de mi!
Pasa inquietamente por la puerta, arrastrando los cinco dedos de su mano por su cabello, bajo su nuca. La deja caer con un suspiro.
—Félix, no puedo pelear y mantener un ojo en ti.——Bin, lo tenía bajo control— insisto.
—¡Al diablo si lo tenías bajo control!—
Su tono me sacude en sorpresa, y no puedo dejar de notar los puños que acaba de formar a sus costados y la repentina amplitud de su alarmante postura desafiante.
La nube de furia cerniéndose sobre su cabeza sólo sirve para sacar la mía con una venganza, y salto a modo de defensa.
—¿Por qué todos me miran como si fuera mi culpa? ¡Se suponía que ibas a estar luchando con RM!—
Sus cejas se dispararon.
—¡Y se supone que tú debes estar en tu jodido asiento en la puta primera fila a mi izquierda!—¿Qué diferencia hay? ¡Has estado luchando durante años sin tenerme en la audiencia! ¿Qué importa siquiera dónde estoy? —