Kenai

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No dejo de pensar en aquella mujer. 

Piel canela. 

Estatura media. 

Ojos grandes y brillantes. 

Pelo largo y castaño claro. 

Suspiro inquieto. 

Ver a un extraño entrar en el cuarto de mi hijo por las cámaras de seguridad me hizo saltar y no dudar en correr a por él. 

Pero me detuve por el hecho de que por primera vez, en las dos semanas que llevo con él, dejó de llorar. 


Soy Kenai Asher. 

35 años. 

CEO de una de las mayores empresas de activos de inversión. 

Me he esforzado cada día de mi vida en llegar a ser lo que soy. 

Mi trabajo siempre ha sido mi prioridad. 

Hasta ahora, creo. 

Hace dos semanas apareció mi expareja en la puerta de mi casa después de no saber nada de ella durante al menos nueve meses. 

Lo nuestro nunca fue amor, ella solo buscaba el dinero y yo accedí por la importancia de una buena imagen en el mundo donde me rodeo. 

Sin embargo, un día desapareció sin más porque le dije que no dejaría que derrochase más mi dinero es estupideces como fiestas multimillonarias donde solo se emborrachaba y montaba un espectáculo ni tampoco locuras como gastar miles de euros u dólares en papel higiénico que tiraba a la piscina o caprichos como cientos de coches que no importaba dejarlos en cualquier sitio y no reclamarlos nunca. 

Un día la pillé drogándose. 

Fue ahí cuando le di un ultimatum. 

Lejos de intentar arreglar las cosas, se fue sin decir adiós. 

Yo vi eso como una ruptura y cancelé todas las tarjetas bancarias o fuentes de mi dinero a ella. 

No volví a saber más de ella. 

Hasta que hace dos semanas, pasando por el riguroso control de seguridad, se presenta en mi casa y me deja a un bebé en mi brazos como si nada. 

Dice que es mío, que no lo soporta y que no piensa volver a por él. 

Seguidamente se marchó de nuevo. 

Pero esta vez, dejándome a un pequeño ser entre mis brazos que sin duda alguna, lo cambió todo. 



Mi primer impulso debería haber sido comprobar que soy su padre. 

Pero no lo hice. 

Ver los ojos verdes de aquel diminuto ser me hizo sentir algo que extraño. 

Algo que jamás había sentido. 


Decidí quedármelo hasta que las autoridades hagan su deber en este tipo de casos. 

Contraté a un abogado para poder tramitar su papeles. 

Y ahora vive conmigo hasta nueva orden. 

Pero han sido dos semanas muy intensas. 

No soy idiota, sé que un bebé es complicado. 

Pero este en concreto, no ha dejado de llorar prácticamente nunca. 

A los tres días me cansé y contraté a una niñera profesional que se hiciera cargo de él. 

Millonario se enamora de quien menos se lo esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora