Kenai

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Me quedo embobado mirándola tumbada en esa pequeña cama con Izán alrededor de sus protectores brazos.

Estoy jodido. 

Completamente jodido. 

Ya me lo decía mis ansias por llegar cuanto antes a esta misma habitación y verles de nuevo. 

Han pasado tres días. 

Tres largos y aburridos días. 

Hasta ahora, un viaje de trabajo no significaba nada en mi rutina, pero ahora veo que me supone un suplicio. 

Tener que estar lejos de ellos. 

No poder verlos todos los días. 

Perderme la hora del baño o el de ir a la cama. 

No ver los ojos curiosos de mi hijo o sus nuevas ocurrencias. 

No verla a ella...

La miro en silencio. 

Ella me mira algo dormida. 

Mi mano ahora está en la tripa de mi hijo dándole un suave masaje. 

Por mucho que me cueste admitirlo, les he echado mucho de menos. 

Las llamadas y los videos ayudaban, pero nada se compara con estar aquí. 

Sigo mirando a Maia. 

Sus ojos recorren cada parte de mí de forma desvergonzada. 

Cómoda.

- qué tal el viaje... - dice en bajito. 

Se nota que está dormida. 

- duerme - le digo. 

- ¿qué tal Bangkok? 

- duerme...

Ella esboza una leve sonrisa y sus ojos cada vez parpadean más lentos. 

Me quedo mirando lo hermosa que es. 

Su pelo en una trenza. 

Sus ojos redondos entrecerrados del sueño. 

Su piel suave... 

- nosotros también le hemos echado de menos... 

Bajo la mirada a Izán. 

Verle tan tranquilo, apaciguado, protegido... me encoge por dentro. 

Por otro lado, un lado de mí ansiaría ser yo quien le proporcionase eso, pero lo intento evadir. 

Suspiro relajado de verle de nuevo. 

Quién me iba a decir que echaría de menos a un moco que no hacía más que llorar. 

Siento los ojos de ella mirarme. 

Me sonríe. 

También echaba mucho de menos eso. 

Joder, solo han sido tres días. 

Ella alza una mano y me aparta un mecho de pelo mojado de la cara. 

Me quedo mirándola embelesado mientras me peina el pelo hacia atrás. 

- ¿no conoce los paraguas? - dice sonriente. 

Antes de que pudiera apartar la mano se lo impido sosteniéndola y manteniéndola en mi mejilla. 

Cierro los ojos complacido por el tacto.

Respiro su muñeca, su aroma. 

Me embriaga. 

Millonario se enamora de quien menos se lo esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora