Maia

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Sentir los fuertes brazos de Kenai rodeándome con firmeza me hacen sentir el ser más protegido del mundo. 

Me transmiten calidez. 

Cariño. 

Mi cuerpo se siente entumecido después de una larga noche sin que me haya soltado ni una vez. 

Por mucho que me movía a veces, él terminaba recolocándose de tal manera que seguía abrazándome pegándome a su cuerpo. 

No me importó lo más mínimo. 

Es más, lo agradezco. 

Mi cuerpo se aferraba a él de forma instintiva. 

Desesperado por afecto después de tanto tiempo. 

Después de tanto sufrimiento. 

Soledad. 

Tristeza. 

Dolor... 

Inspiro su cuello. 

Sus fuertes brazos son cálidos. 

Todo su cuerpo arde. 

Jamás me había sentido así. 

Ni siquiera con mi ex marido, Raul. 

Él apenas era cariñoso, un poco después del sexo, pero no mucho más. Además, recuerdo las caricias vacías y frías.

Sin embargo, con Kenai es diferente. 

Es como si él lo ansiara igual que yo. 

Apego. 

Ternura. 

Mi cara se esconde en su cuello. 

Deseando besarlo, pero no lo hago. 

Sus largas piernas me atrapan. 

Todo su cuerpo es duro. 

Pero cómodo. 

Me niego a pensar que encajamos a la perfección. 

Me niego a pensar que esto está bien. 

Porque no lo está. 

Suspiro lentamente mientras intento despertar de este sueño imposible. 

Pero estar aquí, siendo protegida y cuidada por él, es tan agradable... 

Creo que me estoy volviendo loca. 

Alzo la cabeza y le miro dormir calmado. 

Su expresión relajada es adorable. 

Incluso diría que vulnerable. 

Pero quién diría eso del temible jefe Asher o del hombre que no dudó en partirle la cara al idiota que me ofendió. 

No sé si fue el alcohol mezclado con las muchas emociones vividas ayer, pero no pude resistirme a pedirle que durmiera conmigo abrazados. 

No pude. 

Sus palabras, su constante atención, su preocupación por mí y su manera de cuidarme fueron el detonante para que no pudiera ansiar más que dormir en los brazos de ese hombre. 

Pero lo mejor de todo fue la forma en la que accedió. 

Tras decir mi petición con temblorosas palabras e inmenso nerviosismo, él se quedó mirándome por varios segundos sin reaccionar. 

Fueron los segundos más largos de toda mi vida. 

Quise morirme pensando que había cometido un grave error cruzando el límite de nuestra relación laboral. 

Millonario se enamora de quien menos se lo esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora