Maia

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Es domingo y hemos salido al parque a pasear. 

Kenai no ha sido capaz de tener sus manos fuera de mí ni un solo momento.

Me abraza. 

Me acaricia. 

Y sobre todo, me besa. 

Sonrío enamorada cada vez que tiene una oportunidad para robarme un beso. 

Desde que despertamos hemos estado en todo momento juntos. 

Ver a Kenai con Izán me enternece. 

Son tal para cual. 

Papá e hijo. 

Tras el parque, fuimos a comer a un restaurante que Kenai conoce. 

Me coge de la mano mientras esperamos nuestra comida cuando... 

- Anda, Kenai - se oye una voz masculina aparecer de golpe. 

Y es ahí, cuando Kenai suelta mi mano al instante, incluso algo brusco, y se endereza adoptando su correspondiente postura fría y seria. 

Se recoloca en su asiento alejándose un poco del carrito de Izán y mira al hombre trajeado que llega a nuestra mesa. 

Tiene pinta de rico, como todos en este sitio. 

Pero desprende ese aura poderosa como Kenai. 

Debe ser un pez gordo importante. 

Sin embargo, poco me importa ya que me siento bastante apenada por el gesto de Kenai. 

- Augusto, qué te trae por Madrid - saluda Kenai estrechándole la mano con fuerza. 

- ¡cómo que qué me trae por aquí hijo de puta! - ríe el hombre. - mi boda, me caso 

- ¿te has vuelto a divorciar? - dice cortante. 

El tipo rico ríe. 

- ya sabes lo que dices, a la quinta va la vencida, ¿no? - ríe de forma casposa. 

Entonces gira su cabeza y me mira a mí y a Izán. 

- oh, ¿qué es esto? ¿no me jodas que te has casado y tienes un hijo? 

Kenai se tensa por un segundo y duda qué decir. 

- no me he casado, pero sí he tenido un hijo - dice seco. 

- ¡vaya por Dios! ¡entonces era cierto lo que se decía por ahí! - ríe de nuevo. 

Se inclina al carrito mirando a Izán demasiado cerca. 

El bebé se queja asustado y empieza a llorar. 

El tal Augusto se pone a reír a carcajadas. 

Yo no le veo la gracia y no dudo en intentar calmar a Izán. 

- vaya con el enano, ¿te ha salido llorón? - ríe.

¿Llorón?

Le miro con el ceño fruncido queriendo decir algo, pero sé que no debo. 

Por otro lado, me quedo sorprendida de que Kenai no diga nada y haya aceptado sin más que haya hablado así de Izán. 

Entonces el hombre cincuentón me mira a mí. 

- wow, tú debes ser la mad... 

- no, ella no es la madre - interviene Kenai, pero no dice nada más. 

Le miro seria. 

El señor se queda mirándome. 

Kenai duda qué decir para presentarme. 

Millonario se enamora de quien menos se lo esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora