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capítulo veintinueve isadora windsor pt. ii
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Isadora Windsor.
Su nombre encerraba muchas cosas que a la chica no le enorgullecía admitir. Era un nombre construido sobre el dolor, sobre el engaño, sobre la muerte; un nombre que tenía demasiados fantasmas que cargar, e Izzy había sido una de las muchas contempladoras. Sin embargo, ella podría haber sido la única en mostrar remordimiento por esas cargas que su nombre parecía propagar. Después de todo, era su lazo de unión, lo único que la mantenía atada a aquel trono de sangre derramada y mentiras.
Aunque había cortado los lazos con su padre y haría cualquier cosa por alejarse de él (incluso se mudaría con Kiara o uno de los chicos si fuera necesario), su nombre era una recompensa que pendía sobre su cabeza. Windsor, Windsor, Windsor, siempre sería suyo. Y con el nombre, venían los fantasmas que lo perseguían.
Su madre fue la mayor víctima del apellido Windsor; el fantasma más lúgubre, si se quiere, que dejó a su hija aún más lúgubre caminando por la tierra sana y salva. Durante mucho tiempo se culpó de lo ocurrido, sintiéndose culpable por estar detrás de la llamada que la llevó a la muerte. Ha repetido las cosas crueles que le dijo a la mujer antes de su muerte demasiadas veces para contarlas. Incluso había deseado que hubiera sido ella quien murió aquel día en la carretera. Había sido su perdición. Y aunque mucha gente joven había experimentado la muerte varias veces en su vida, la muerte de su madre siempre había sido el recuerdo más atormentador de Izzy. Hacía que todo pareciera tan inútil; y durante un tiempo, todo lo fue.
Y mientras las cosas iban mal, Izzy Windsor había pensado mucho en morir. Casi se había acostumbrado, hasta el punto de investigar diferentes opciones de entierro (la cremación parecía la mejor opción, menos suciedad que limpiar), porque eso era lo que ocurría después de que te arrancaran a tu madre de la vida y te obligaran a parecerte a su cadáver durante el resto de tu miserable vida.
