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capítulo nueve el valle de las muñecas
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El récord nuestra que Izzy Windsor no creía en el amor. Creía que era algo que solo encontrarías en las películas o cien años atrás. Ni existía en el siglo veintiuno. Había muerto con los veinte, y había sido transformado en una propaganda. La gente que seguía creyendo eran ingenuos románticos sin remedio o demasiado testarudos como para admitir la verdad. Pero Izzy sabía la verdad. La había sabido por mucho tiempo.
Ya ves, sus padres la habían criado en un ambiente donde el amor faltaba. Ni una vez había escuchado a su padre decirle que la amaba (ni estaba segura si él realmente lo hacía, de todas formas), y nunca besó a su esposa ni le preguntó cómo estaba. Eso siempre provocaba a Julia. Siempre estaba molesta con él por no ser el esposo que juraba ser. Nunca tuvieron un buen momento; solo habían malos momentos en la residencia Windsor.
Pero Izzy creció pensando que eso era normal. Creció creyendo que el amor significaba muchos, muchos problemas. Cuánto más gritaban, más Izzy sospechaba que se amaban el uno al otro. Pero eso rápidamente cambió cuando se percató que la relación de sus padres no era normal.
Izzy tenía doce cuando se percató que si vida no era normal y que el amor no existía.
Su padre había llegado a casa de uno de sus viajes de negocios y no fue mucho tiempo después de su regreso que comenzó una discusión con su esposa. Izzy no sabía qué había pasado y, en esa ocasión, no le importó. Esto era normal para Izzy. Así que, se colocó sus auriculares y reprodujo música para cubrir sus voces. Pero entonces cometió un error. Se quitó sus auriculares demasiado pronto y escuchó la verdadera razón de las discusiones frecuentes de sus padres... y no sorprendentemente, era todo culpa de su padre.
