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capítulo trece despiértame cuando el verano termine
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Desde que Izzy Windsor era joven, siempre sintió que tenía un agujero en su interior. Como si hubiera nacido con una pieza faltante; un vacío donde su corazón debería encontrarse. La realización la golpeó cuando su madre murió, e Izzy fue forzada a tomar su lugar. De repente, sentía que estaba inmersa en un valle de muñecas. Todas sus compañeras y los mayores eran copias idénticas el uno del otro hasta el último pelo de su cabellera y la curva perfectamente esculpida de sus barbillas. Y entonces estaba Izzy. Vacía y malhumorada, Izzy. Estaba claro que era la oveja negra entre lo blanco, lo que habría estado bien si Izzy no fuera, bueno... Izzy.
Sí, lucía como el resto; como ella, pero no lo era. La gente con la que se rodeaba eran completo plástico, pero Izzy estaba vacía. Y no quería estarlo nunca más. Realmente no quería. Apestaba intentar ser una Barbie de plástico cuando no era otra cosa más que eso.
Así que, Izzy lo estaba intentando. Estaba intentando convertir su piel de plástico en carne y hueso. Porque, a veces, ser suave era mejor que ser dura. Así que, sí, estaba intentando no ser esta imagen que tenía sellada en su cerebro, porque no quería ser eso. Ya no más. Y todo lo que podía ser era intentar.
Pero no era tan fácil como le gustaría que fuera.
Aún había esta desconexión. Quería ser mejor. Quería ser carne y hueso, no plástico. Quería ser ella misma, no su madre, pero había algo que la detenía. No resultaba tan sencillo el dejar de ser alguien que había estado intentando ser desde que era niña. No era así de fácil. No podía soltar su pasado por completo; su corazón seguía latiendo allí. Así que, tal vez, simplemente estaba atascada. Pero estaba intentando despegar sus pies.
