𝟬𝟮𝟯 izzy and her ghosts

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capítulo veintitrés
izzy y sus fantasmas

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Su burbuja de gafas de sol Chanel y bolsos Louis Vuitton ya no existía. Izzy Windsor se dio cuenta mientras la furgoneta bajaba por la carretera principal y se acercaban a la pista de aterrizaje. Era una sensación extraña, darse cuenta de que la vida que habías vivido durante tantos años había cambiado de repente en un abrir y cerrar de ojos. Recordaba una época en la que había intentado sentirse bien con su vida, pero hacía tiempo que había abandonado esa mentalidad y la había sustituido por otra nueva. Ahora sólo quería esperanza.

La esperanza de un futuro mejor y la libertad de la vida eran las cosas que Izzy anhelaba. Y se estaba dando cuenta de lo alcanzables que eran esas cosas. Ya no parecía una fantasía surrealista. Ahora miraba al futuro con ilusión y lo recibía con los brazos abiertos. Ya no le dolía sonreír, porque sabía que, pasara lo que pasara, la vida que tenía por delante era suya y de nadie más. Y eso era todo lo que siempre había querido: crear el futuro que quisiera.

Pero mientras la furgoneta se dirigía a una carretera oculta por los árboles, temió estar tomando la decisión equivocada. En realidad, estaba asustada porque no estaba segura de que su padre hubiera querido decir lo que había dicho. No había forma de saberlo. Y una parte de ella se preocupaba. Era la parte de ella que recordaba la versión de su padre que la hacía reír hasta que le dolía el estómago. Porque, a decir verdad, nadie era malo del todo. Las personas estaban compuestas a partes iguales de maldad y de bondad. Y tal vez por eso sintió que una sensación de melancolía la invadía a medida que la furgoneta se alejaba cada vez más de su finca.

Se preguntaba si realmente podía acabar con la vida que solía llevar. Se preguntaba si tendría suficiente fuerza de voluntad para abandonar el dinero que había utilizado para ser feliz. Claro que nunca sirvió de nada, pero podía seguir preocupándose por ello si quería. Pero, la cosa era... No era realmente por el dinero. Estaba más preocupada por dejar ir a su padre. Era su padre, después de todo. Ella ya había perdido demasiado, y claro, nunca lo tuvo en primer lugar, pero todavía le dolía imaginar una vida sin un padre. Sentía como si estuviera muerto. Pero no estaba muerto. No es que nada de eso importara realmente, teniendo en cuenta que todavía la perseguía, asomándose por encima de su hombro como un fantasma que no podía dejar descansar. Suponía que siempre estaría ahí, en el fondo de su mente, pero no dominaría su vida. Esta vida era de ella, no de él, y ella no lo dejaría ganar.

basket case: outer banksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora