Deuda.

9 11 1
                                    

El silencio primó por varios minutos.

X- ¿Qué pasa, no estás contento de verme, viejo amigo? -Se ríe-

Tao- ...

María- Abuelo, ¿Quién es?

Tao- ...-Sin prestarle atención a María- ¿Dónde estás?

X- ...-Sin quitar su insana sonrisa- A punto de llegar.

Justo en ese momento, un joven Lerequin entró al despacho rompiendo el ventanal, y la densa y pesada energía que había antes, fue reemplazada por una muy parecida, pero más fuerte.

Lerequin- ...-Habla con la voz de la prescencia anterior- He venido a saldar cuentas, Tao.

Tao- ...-Se gira y dirige su vista a donde estaba sentada la anterior aparición, solo para percatarse de que no había nada- María... ¡Corre!

De repente, como si sus pies supieran a dónde ir, María comenzó una frenética carrera, dejando atrás el despacho con Tao y Lerequin.

Tao- ...

Lerequin- ...

Tao- Tch, me vas a hacer quitarme mucho polvo.

Lerequin- Jajajajaja, no puedo decir lo mismo. -Susurra- Liberación al dos porciento.

A Lerequin se le dibujó una marca como de una cicatriz en su rostro del lado izquierdo, que comenzaba encima de su párpado y terminaba en su mejilla.

Tao- No eres el único con trucos.

Al terminar de decir eso, del cuerpo de Tao se comienzó a desprender humo, hasta que le cubrió completamente, unos segundos que después una mano adulta lo disipó.

Tao- Veamos, amigo.

Tao había vuelto su cuerpo a la apariencia y capacidad física que tenía cuando se enfrentó por primera vez al Leviatán. Medía más de un metro cincuenta y su pelo era blanco y brillante. Estaba vestido con un kimono japonés amarrado en la cintura por una cinta negra, una chaqueta también negra, estaba cubriendo toda su espalda y llevaba puestas unas sandalias de madera con un tacón alto.

Tao- Vengan.

De repente aparecieron una pajilla que Tao colocó en su boca y una katana enfundada de color negro y rojo.

Lerequin- ... Esa forma no me trae buenos recuerdos.

Tao- Lástima.

Un fuerte viento se creó en la habitación levantando mucho polvo y cuando este se disipó a los pocos segundos, no había nadie allí.

Por el mismo agujero por el que Lerequin había entrado, Tao sacó disparado a Lerequin golpeándolo con la funda de la la gana en modo de corte y lanzándose al azul y transparente cielo con él.

Toa- ¡Comencémos!

Lerequin- Vas tarde, viejo. Ya yo comencé.

Ambos estaban levitando en el cielo, y Tao sintió algo moverse tras él e instintivamente se movió. Había evitado el empalamiento de una lanza de agua.

Tao- ¿Una lanza de agua?

Lerequin- Nunca las habías visto.

Tao- Mierda... (Dijo "las habías")

Nuevamente Tao sintió algo moverse tras él y volvió a esquivar una lanza, pero la acción no se detenía y mientras hacía piruetas en el aire, esquivando las lanzas, se volteó para ver de donde salían y vió un enjambre de ellas que enseguida se lanzaron sobre él.

Tao- Tch. -Se posiciona de la forma más estable posible y desenfunda su katana, en la cual se dibuja una "X" de fuego en el mango- ¡Compasión!

La línea fina salió disparada a toda velocidad agrandándose hasta impactar con las lanzas, movimiento que causó que todas se rompieran convirtiéndose en agua.

María y el Psicólogo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora