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Después de que todos pasaron a sus entrenamientos, dimos por terminadas las clases. Me dirigí al vestidor para ponerme de nuevo el uniforme y dejar mi traje.
Pasé al salón, agarré mis cosas y las guardé en mi mochila, cansado y agotado; no estaba de humor para atender a personas.
Pero al parecer nunca tengo la suerte de estar al menos un minuto solo.
Katsuki llegó también, agarró su mochila y jaló mi brazo hacia afuera del salón.

—Ven conmigo— Eso fue todo lo que dijo.

Me llevó a rastras hasta casi la salida de la U. A., no podía soltarme pues su agarre era demasiado fuerte, algo que noté es que no se veía enojado.

—¡Suéltame ya, Bakugou! Dime que diablos quieres, no estoy de humor— Traté de forzar a que me soltara, cosa que resultaba imposible.

—¿Deku te comentó cuál era su quirk?— Me empujó hacia atrás y se puso delante de mí para que lo mirara.

—¿Tu y tu obsesión con Deku de nuevo?— Rodeé los ojos.

—¡No es obsesión!, es..., simplemente algo del pasado, ¡cosa que no pienso explicar!— Se veía desesperado pero no de una mala forma.

—No, nunca me ha dicho nada— Respondí pasivo, puede que solo quiera saber eso.

El contrario no dijo nada, solo me siguió analizando por segundos, luego apartó su vista y paso de largo hacia un lado mío. Analicé un poco la situación. Al parecer, él, que lo conocía de antes, le parece extraño que Deku tenga un quirk, ¿Por qué? ¿Jamás lo mostró?

—¿Por qué te molesta tanto que Izuku muestre su quirk? ¿Acaso antes no lo tenía? Porque para ti, parece ser algo nuevo

El rubio se detuvo un momento, sin voltear a ver.

—Eso es lo que quiero saber— Siguió caminando, pero el menos esperado lo detuvo.

—¡Kacchan!— Gritó Midoriya — Yukyo-san, también estás aquí

—Supongo— Contesté sarcástico.

—Fuiste muy rápido en la prueba, felicidades— Estaba sonriente, pero inmediatamente se dirigió a Bakugou —. Kacchan espera

Esto ya era incómodo, así que mejor me fui de ahí.

—Nos vemos Izuku— Volteé hacia Bakugou —. Adiós Kacchan

Sonreí malévolo al ver que el contrario se paralizó y me miraba con odio.

—¡Maldito imbécil!

No dijo más, entonces me fui. Tenía curiosidad de lo que iban a hablar, pero no me gusta estar escuchando conversaciones ajenas, me incomoda.

...


El camino hacia casa fue extraño pues me sentía observado. A pesar de que volteaba a muchos lados e incluso miraba por detrás mío, no había nada. Me detuve un poco, me empecé a sentir raro, mareado y desconcertado.
Detrás mío había una ancha barda de un puente, después de eso había un río despejado; alcé la vista y contemplé un cielo hermoso, pues su paleta de colores era divina.
Es la hora dorada

Sonreí inconscientemente.

Quise tomarle una foto al cielo, era maravilloso y quería tener el recuerdo de este momento, porque por alguna razón ver el cielo me relajaba y la brisa que daba a mi cara era el toque. Al sacar mi celular revisé que la gente se fuera o me verían como un bicho raro, pero pasaban demasiadas personas y eso retrasaba todo. El cielo iba cambiando.
《A la mierda》
Dirigí mi celular al cielo y traté de sacar la foto pero este resbaló porque no lo agarré de la manera correcta. Antes de que cayera al río lo atrapé asustado, por suerte mis reflejos funcionaron.

El sol estaba en su punto perfecto hace minutos, yo como amante del cielo traté de capturar su esencia, sin embargo tardé demasiado en responder, ahora el cielo no tenía esa misma luz y color; su belleza se había ido.
O al menos una parte.

Me dió un poco de tristeza el no conseguir evidencia de lo que vi hace un momento.
Dejaste marchitar lo que en su momento era lo que más brillaba

Formulé esa frase por mi cabeza y volví a sonreír. Estaba demente.

Sentí una mirada sobre mí, a la izquierda, se sentían altas vibras. Giré mi cabeza donde había un túnel oscuro que lo alubraba faroles amarillos, algunos no servían en su totalidad. No había nada.
Giré mi cabeza a la derecha, tampoco había algo, la esquina del edificio estaba despejada y más al fondo también.

Mi celular vibró, era un mensaje de mi abuelo preguntando si ya casi llegaba a casa. Respondí un corto "si" y volví a guardarlo en mi bolsillo del pantalón.
Volví a sentir la mirada, ahora más pesada. Giré la cabeza lentamente hacia mi izquierda. Un hombre alto, de saco largo y negro, llevaba un gorro del mismo color, estaba parado justo frente a mí con las manos en sus bolsillos. El cuello del saco ocultaba su cara, además de que la luz le daba por detrás, así que sólo veía su sombra.
Me miraba fijamente, podía sentirlo, me llegó un escalofrío y sentí que esto no era buena señal.
Después de quedarme paralizado (a lo que había sentido que pasaron horas en vez de minutos), corrí hacia el lado contrario lo más lejos posible tratando de perder de vista al señor. Y lo logré, al mirar hacia atrás, ya no había nada ni nadie. Después de el gran susto, seguí con mi camino, precavido y vigilando que no volviera a parecer aquella persona.

Por desviarme me tomó más trabajo volver a casa pero lo conseguí. Mi abuelo estaba en la puerta, preocupado y cuando me vió camino hacia mí.

—Yukyo, ¿estás bien?— Estaba revisando si no tenía golpes en la cara o en alguna otra parte de mi cuerpo, pero no tenía nada.

—Tranquilo abuelo, estoy bien— Quité sus manos de mí.

—¡Hace media hora dijiste que venías!

—Perdón, tuve que cambiar el curso, debí avisar

No dijo nada, solo me tomo de la mano para entrar a la casa.

—Por cierto...— Mi abuelo cargó una caja grande con mucho cuidado, estaba entre abierta, la inclinó un poco hacía mí.

De esta salió un pequeño gatito bebé color gris oscuro, con ojos verde brillante, era macho. Morí de ternura.
Traté de no llorar por lo hermoso y tierno que era, enseguida lo saqué de la caja y lo cargué en brazos. Era tan pequeño, casi del tamaño de la palma de mi mano. Lo observé y entre más lo hacía más lo amaba.

—Gracias, abuelo— Dije con los ojos lagrimosos. Esto había sido lo único bueno en todo mi día.

El mayor me abrazó con delicadeza y correspondí a este.

Pronto al gatito lo llevé a mi cuarto, subí la caja también y en ella coloqué una sabana vieja y una almohada pequeña.

Acosté al gatito en la cama, conmigo. Lo abracé y le di muchos mimos. Trataba de pensar en un nombre para gato, pero no se me ocurría nada.

—Qué tal si te llamo..., Morrison, se oye como de gato— El pequeño animal solo me miraba atento pero se distrajo con mis manos y empezó a jugar con ellas—. Al parecer no te gusta, ammm..., tal vez, ¿Persa? No ese no, ¿Murray? Es nombre de anciano...

Seguía pensando más nombres, pero ninguno me gustaba.

—Qué tal..., Brook, suena bien ¿no?— Está vez el gato me prestó atención —. ¿Te gusta Brook?— El nombrado solo lamió mi mano. Lo seguí acariciando —. Bien, por el momento te llamarás Brook

Volteé hacia la puerta.
Jamás me percaté que en todo este rato mi abuelo me observaba feliz, jamás habló, solo observó alegre de que por un instante yo era feliz y que mis preocupaciones habían desvanecido.



























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La parte de la foto al cielo es un storytime jejeje
Los quiero mucho, bye <3


Lo Hice Y Te Dejé (BNHA x Male reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora