capítulo 1

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Los años 90, una década que se caracterizó por la falta de tecnología avanzada y la ausencia de teléfonos móviles inteligentes y redes sociales omnipresentes. Para Sarah Torres, una joven de veintiséis años, esta era una época en la que las conexiones se forjaban cara a cara y las experiencias se vivían de manera más inmediata y auténtica. Sarah creció en un pequeño pueblo del conurbano ubicado en las afueras de la zona oeste del Gran Buenos Aires, llamado El Zorzal.

El Zorzal, rodeado de campos ondulantes y vastos paisajes verdes, era un lugar donde el tiempo parecía transcurrir más despacio. Las calles empedradas estaban salpicadas de casas pintorescas y pequeños negocios locales, que dotaban al pueblo de un encanto nostálgico. Las familias se conocían entre sí, y los lazos comunitarios se tejían con cada encuentro en la panadería o en la plaza central.

En aquel pequeño rincón del conurbano, había experimentado una infancia llena de juegos al aire libre y exploración. Los días se pasaban trepando árboles y construyendo cabañas improvisadas en los campos cercanos. La libertad y la imaginación fluían sin restricciones, alimentando su espíritu aventurero desde una edad temprana.

La música también desempeñaba un papel importante en la vida de Sarah. Los fines de semana, el sonido de las guitarras y los tambores llenaba el aire mientras las bandas locales se presentaban en el centro comunitario. junto con sus amigos, disfrutaba de esos conciertos improvisados, donde los acordes resonaban en sus corazones y las letras hablaban de rebeldía y sueños.

A medida que se acercaba a la adolescencia, su amor por la música se profundizaba aún más. Su habitación se convirtió en un santuario musical, decorada con pósteres de sus ídolos y una colección de cassettes de bandas alternativas que había descubierto gracias a amigos y revistas especializadas. Pasaba horas perdiéndose en las melodías que fluían de su walkman, dejando que la música la transportara a mundos desconocidos y emociones intensas.

Sin embargo, no todo era idílico en El Zorzal. Aunque el pueblo estaba enclavado en la belleza natural de la región, también estaba rodeado de misterios y leyendas. Los ancianos del lugar hablaban de sucesos extraños que ocurrían en las profundidades del Bosque Oscuro, un área frondosa y enigmática que se extendía en las afueras del pueblo.

Se decía que el Bosque Oscuro era el hogar de criaturas sobrenaturales y espíritus inquietos. Historias de personas que habían desaparecido sin dejar rastro y encuentros con seres misteriosos habían sido transmitidas de generación en generación. El Bosque Oscuro se erguía como una barrera entre el pueblo y el mundo desconocido, desafiando a aquellos lo suficientemente valientes para adentrarse en sus profundidades.

Ella había oído las historias desde que era una niña, y aunque algunas personas las consideraban simples cuentos de viejas, ella siempre se había sentido atraída por lo desconocido. La idea de explorar el Bosque Oscuro, de desafiar los límites y enfrentar los temores, se había convertido en una obsesión para ella. Con su cabello largo y ondulado que cae libremente sobre sus hombros, y su ropa de estilo grunge, se destaca como una alma libre y apasionada por la naturaleza. A pesar de su trabajo como bióloga en un pequeño laboratorio de investigación, donde pasa sus días analizando muestras y realizando experimentos, siente que su verdadera vocación está en explorar y descubrir la magia de la naturaleza en su estado más puro.

Desde que era niña, había sentido una conexión profunda con el mundo natural. Durante sus excursiones por los campos de El Zorzal, se maravillaba ante la diversidad de plantas y animales que encontraba en su camino. Observar el ciclo de vida, los delicados equilibrios ecológicos y la belleza intrínseca de cada ser vivo llenaba su corazón de asombro y admiración.

Trabajar en el laboratorio le brindaba una comprensión científica y rigurosa de la naturaleza, pero anhelaba experimentarla de manera más directa y emocional. Sentía que los fríos análisis de laboratorio no podían capturar la esencia y la magia que se desprendía de los ecosistemas naturales. Soñaba con caminar entre los árboles altos, escuchar el susurro del viento entre las hojas y sentir la tierra bajo sus pies.

El BOSQUE OSCURODonde viven las historias. Descúbrelo ahora