Capitulo 9

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Oscuridad y silencio, soledad y nostalgia, esa sensación que envuelve el ambiente y hábitat de aquellos hogares desolados. La casa de Esteban no era una excepción. Cada paso que daba resonaba en los vacíos pasillos, rompiendo el silencio opresivo que se había apoderado del lugar. Los muebles desgastados y desordenados contaban la historia de una vida desmoronada. Pero bajo esa apariencia de abandono y tristeza, se escondían secretos más oscuros y perturbadores.

Maestro del engaño, siempre se mostraba como un hombre amable, generoso y respetuoso, que se preocupaba por los demás y que tenía una vida ejemplar. Pero detrás de esa fachada se escondía un ser despreciable, que abusaba de su poder, que humillaba a las mujeres y que manipulaba a todos los que se cruzaban en su camino. Esteban era un lobo con piel de cordero, que disfrutaba haciendo sufrir a los más débiles y que nunca se arrepentía de sus actos. Su sonrisa encantadora y sus palabras amables eran solo una cortina de humo para ocultar su verdadera naturaleza.

La partida de Florencia, llevándose al niño consigo, no era solo una escapada, sino un intento desesperado de huir de una relación enfermiza y peligrosa. Esteban se encontraba ahora solo en esa casa, sumido en su propia oscuridad, alimentando sus deseos más retorcidos y maquinando formas de recuperar el control que había perdido. Era la personificación del mal, un ser nefasto cuyas acciones dejaban una estela de destrucción y sufrimiento a su paso.

"Pum pum" se escuchó golpear la puerta, interrumpiendo la lectura de Esteban. Levantó la mirada con fastidio y decidió ignorarlo, convencido de que quienquiera que fuese, se iría al no recibir respuesta. Pero el insistente golpeteo continuó, desafiando su indiferencia. Finalmente, resignado a dejar su cómodo sillón, se levantó y caminó hacia la puerta.

Al abrirla, se encontró con Martín, quien parecía impaciente y molesto. Esteban trató de disimular su sorpresa por la visita no deseada y fingió una sonrisa amistosa.

-Martín, qué sorpresa verte. ¿A qué debo el honor de tu visita? - dijo Esteban, tratando de ocultar su incomodidad.-

-Vine para recordarte que hoy debemos ir juntos a pedir la orden para entrar nuevamente a la casa del profesor Sergio. Necesitamos investigar más a fondo y encontrar las respuestas que buscamos - respondió Martín con seriedad.

Esteban disimuló su inquietud y asintió. - Perdón. Me había olvidado del trámite. No puedo permitir que mi despiste retrase nuestra investigación. Vamos entonces, no perdamos más tiempo.

Martín, observando la expresión preocupada en el rostro de su compañero, decidió preguntarle. - ¿Estás bien, Esteban? Sé que ha sido difícil para vos desde la partida de Florencia, pero recuerda que el tiempo sanará las heridas y vendrán tiempos mejores. Estoy aquí para apoyarte, amigo.

Esteban esbozó una sonrisa forzada, agradecido por la preocupación de Martín. - Gracias. Aprecio tus palabras de aliento. Estoy intentando superarlo y seguir adelante. Hay cosas que no puedo cambiar, pero debo enfocarme en nuestro trabajo y en encontrar respuestas en este caso.-

Martín, ajeno a los secretos que su amigo guardaba en su vida personal, asintió comprensivo. - Entiendo que haya situaciones difíciles en la vida, pero debemos separarlas de nuestra labor como detectives. Sigamos adelante con la investigación y confío en que encontraremos las respuestas que buscamos.

Mientras esperaba a que Esteban terminara de prepararse para salir, Martín observaba el desorden y la mala limpieza en la casa de su compañero. La habitación estaba llena de objetos desordenados y polvo acumulado, reflejando la negligencia y falta de cuidado. Martín frunció el ceño, preocupado por la aparente falta de organización en el hogar de Esteban. - Esteban, ¿estás seguro de que estás bien? Parece que el desorden en tu casa refleja un estado de ánimo agitado. Tal vez deberías considerar ordenar y limpiar tu entorno para tener una mente más clara y tranquila.

El BOSQUE OSCURODonde viven las historias. Descúbrelo ahora