El calor era asfixiante en Ciudad Libertad, esa mañana de aparente transición entre el invierno y el verano. Los rayos del sol golpeaban con fuerza, y la humedad se sentía como un manto pegajoso que envolvía cada rincón de la ciudad. Esteban y Martín se preparaban para otro día de investigación agobiante.
Mientras se dirigían a la comisaría para revisar nuevamente las evidencias, sus pensamientos se enfocaban en resolver el enigma que envolvía al fallecido profesor y el paradero de su hija. La piedra misteriosa que supuestamente había traído del lejano Zorzal se había esfumado junto con Lucía, dejando más preguntas que respuestas en su camino.El tráfico se había intensificado, y el calor parecía infiltrarse hasta en el interior del vehículo, como si estuvieran atrapados en un horno rodante. A pesar de la incomodidad, Esteban mantenía la mirada concentrada en el camino, mientras que Martín repasaba los informes y notas que habían tomado hasta el momento. No tardó en darse cuenta que su compañero estaba quejándose desmedidamente del clima.—¡aah! ¿quién se queja ahora del clima eh? —dijo en tono burlón y dejando escapar una risa.—¿De qué te ríes, Martin? —contestó molesto —¿no ves que esto no es normal?—tranquilízate amigo. Disfruta un poco.Esteban soltó una risa resignada, sabiendo que Martín siempre intentaba ver el lado positivo de las cosas, incluso en las situaciones más desafiantes.—Tienes razón, Martín. Supongo que no hay mucho que podamos hacer respecto al clima. Solo espero que este día nos traiga algo de claridad en el caso —respondió Esteban, tratando de cambiar su actitud y enfocarse en lo importante. Llegaron a la comisaría, donde se sumergieron nuevamente en el mar de papeles, fotografías y testimonios relacionados con el caso de Sergio y Lucía. A medida que pasaban las horas, el calor parecía aumentar, y la tensión se palpaba en el ambiente.Revisaron los informes una y otra vez, buscando cualquier detalle que pudiera haber pasado desapercibido. Martín tomaba notas frenéticamente, mientras Esteban intentaba conectar los puntos y encontrar alguna pista que los llevara a resolver el misterio.—¿Qué te parece si hacemos un recorrido por el lugar donde fue visto por última vez el profesor Sergio? Quizás podamos encontrar algo que se nos haya escapado en la primera inspección —sugirió Esteban, intentando encontrar una estrategia para avanzar.—¿Estás hablando de viajar a El Zorzal?—Exactamente. Pero la autorización para ir hacia ese pueblo podría tardar unos días... vos sabes como es la burocracia en este departamento.—Tienes razón, Esteban. La burocracia siempre nos juega en contra en estos casos —respondió Martín, frunciendo el ceño en señal de frustración.Esteban asintió, comprendiendo la situación. La espera para obtener la autorización podría ser una pérdida de tiempocrucial para la investigación. Sin embargo, no se darían por vencidos.—Mientras esperamos la autorización, podemos seguir investigando aquí. Quizás haya algo más que podamos descubrir o alguien más que podamos entrevistar —propuso Esteban, buscando mantener el ánimo de su compañero. Martín asintió, aceptando la sugerencia. Ambos detectives se sumergieron nuevamente en los informes, buscando cualquier indicio que pudiera arrojar luz sobre el caso. En ese momento se acercó la secretaria del jefe Thompson con un papel en sus manos.—Disculpen detectives —dijo con timidez— una orden del inspector.los detectives se miraron curiosos y Esteban tomó el papel. —Gracias Monica. —comenzó a leer.Martin pudo notar el disgusto en la mirada de Esteban. —¿que... que pasa?. —preguntó seriamente.—¡este maldito! —dijo enojado mientras tiraba de un golpe el adorno del escritorio. —Es una orden de suspensión. nos retiran del caso por no llegar a buen puerto. —respondió Esteban, apretando el papel con fuerza. —dice que estamos tardando mucho tiempo en resolver este caso.—¡Pero esto es absurdo! —exclamó Martín, indignado—. Hemos estado investigando sin descanso, siguiendo todas las pistas disponibles. No es culpa nuestra que el caso sea complicado y requiera tiempo.—Tienes razón, Martín. Es una injusticia —dijo Esteban con determinación—. Pero no nos quedaremos de brazos cruzados. Aunque nos retiren del caso oficialmente, seguiremos investigando por nuestra cuenta. Nodescansaremos hasta encontrar la verdad sobre lo que le sucedió al profesor Sergio y su hija Lucía.Martín asintió, compartiendo la determinación de su compañero. —Exacto, Esteban. No importa lo que diga la burocracia, seguiremos adelante. Tal vez podamos encontrar una nueva pista o un testigo que aún no haya sido entrevistado.Los detectives guardaron el papel de suspensión y continuaron revisando los informes. Aunque la presión de la burocracia los afectaba, su compromiso con la verdad y la justicia era más fuerte.Esteban tomó un trago de agua y se sentó en su silla, tratando de mantener la calma mientras cruzaba los dedos y meditaba por unos segundos. Sin embargo, poco a poco comenzó a respirar más y más fuerte hasta que finalmente estalló en cólera.—¡No puedo creerlo! —exclamó Esteban, golpeando con frustración la mesa—. ¡Thompson me va a escuchar ahora mismo!En un arrebato, se levantó de su asiento abruptamente, haciendo que la silla cayera al suelo. Martín, viendo la reacción de su compañero, se apresuró a levantar la silla y ayudar a Esteban a ponerla en su lugar.—Espera Esteban, tranquilízate. No puedes ir así en caliente —dijo Martín, intentando calmar los ánimos.Esteban respiró hondo, intentando controlar su enojo. —Tienes razón, Martín. No puedo dejarme llevar por la ira —respondió, tratando de recuperar la compostura—. Pero esto es demasiado injusto. Hemos puesto todo nuestro esfuerzo en este caso, y nos retiran sin nisiquiera darnos una oportunidad para seguir adelante.—Lo sé, Esteban, entiendo tu frustración —dijo Martín con calma—. Pero no ganaremos nada desahogándonos de esta manera. Necesitamos un plan antes de enfrentar al jefe Thompson.Esteban asintió, reconociendo la razón en las palabras de su compañero.—Tienes toda la razón, Martín. No ganaremos nada con un estallido de ira. Debemos ser estratégicos y presentarle un argumento sólido al jefe.Ambos detectives se tomaron un momento para respirar y organizar sus ideas. Decidieron preparar un informe detallado que resaltara los avances en la investigación y las posibles líneas de acción a seguir. Además, buscarían el apoyo de algunos aliados dentro de la comisaría que compartieran su interés en resolver el caso.se dirigieron hacia la oficina del jefe Thompson. Expresaron sus puntos de vista y presentaron el informe preparado con argumentos sólidos. A pesar de la suspensión oficial, demostraron que estaban dispuestos a continuar con la investigación por su cuenta y que tenían pistas prometedoras que merecían ser exploradas.El jefe Thompson escuchó atentamente y, a pesar de darse cuenta del buen informe que hicieron los detectives decidió no dar el brazo a torcer en su decisión.—¡No puedes hacer esto, Thompson! —dijo Esteban con voz enérgica y frustrada—. Hemos trabajado duro en este caso, y tenemos pistas que nos llevarán a resolverlo, ¡te lo aseguro! —Esteban, entiendo tu pasión por resolver el caso, pero la decisión está tomada —respondió el jefe Thompson manteniendo la calma—. Necesitamos resultados, no promesas vacías.—¡Son más que promesas! —gritó Esteban—. ¡Hemos descubierto conexiones importantes y estamos cerca de encontrar la verdad!—¡Es suficiente, Esteban! —levantó la voz el jefe Thompson—. No voy a discutir esto contigo. Acepta la suspensión y retírate.—¡No voy a quedarme con los brazos cruzados mientras el caso se enfría! —dijo Esteban furioso—. ¡Vamos, demuéstrame lo que tienes!—¡Eso es suficiente! —dijo el jefe Thompson perdiendo la paciencia—. Te lo advierto, Esteban...Antes de que el jefe pudiera terminar la frase, Esteban, cegado por la ira, se abalanzó hacia él. La sala se llenó de tensión y algunos oficiales se prepararon para intervenir en defensa del jefe. Sin embargo, Martín se interpuso entre Esteban y los demás oficiales.—¡Detente, Esteban! —dijo Martín con voz firme—. Esto no te llevará a nada bueno.—¡Él nos está dejando sin opción, Martín! —respondió Esteban respirando agitadamente—. ¡No voy a permitir que destruya todo lo que hemos hecho!—No te equivoques, Esteban —dijo el jefe Thompson recuperando la compostura—. No estoy destruyendo nada, solo te estoy diciendo que necesitamos resultados concretos. —¿Resultados concretos? —preguntó Esteban sarcástico—. ¿Esperas que resolvamos el caso en un abrir y cerrar de ojos?—Espero que hagan su trabajo de manera profesional y efectiva —respondió el jefe Thompson serio—. La suspensión es temporal, si logran avances significativos, podrán volver a la investigación.—Lo entendemos, jefe —intervino Martín—. Pero por favor, dénos la oportunidad de seguir adelante. Hay pistas que aún no hemos explorado.—No puedo acceder a su petición —respondió el jefe Thompson firme—. La decisión está tomada.—Muy bien, jefe —dijo Esteban resignado pero decidido—. Pero quiero que sepa que no nos rendiremos. Continuaremos con la investigación por nuestra cuenta. —Eso no es una buena idea, Esteban —frunció el ceño el jefe Thompson.—Ya tomamos nuestra decisión —respondió Esteban con determinación—. No permitiremos que este caso quede en el olvido.El jefe Thompson los miró con furia mientras los detectives se retiraban decididamente de su oficina. Los oficiales presentes en la sala quedaron en silencio, sorprendidos por la valiente postura de Esteban y Martín. Sabían que su futuro como detectives de la policía estaba en riesgo, pero no estaban dispuestos a dejar de lado la búsqueda de la verdad.—¡Esto no quedará así! —exclamó el jefe Thompson en un tono amenazante.Pero los detectives ya habían tomado su decisión. Se dirigieron a sus escritorios, dejaron sus placas y armas sobre la mesa y se miraron el uno al otro con determinación. —Renuncio, Martín —dijo Esteban con una mirada firme—. Si no podemos seguir investigando oficialmente, lo haremos por nuestra cuenta. No nos detendremos hasta resolver este caso.Martín asintió, respaldando la decisión de su compañero. —Tienes razón. No necesitamos la autorización de la policíapara hacer lo correcto. Resolvamos este caso y hagamos justicia por Sergio y Lucía.Ambos detectives dejaron la comisaría sin mirar atrás. Aunque el futuro era incierto y las consecuencias de su decisión aún no se habían manifestado, estaban decididos a seguir adelante. Su pasión por la justicia y el compromiso con su deber como detectives los impulsaban a no abandonar el caso.Ambos detectives caminaban por las calles con paso firme, pero el peso de su decisión recaía de manera diferente en cada uno. Esteban parecía determinado y seguro de que habían tomado el camino correcto, pero Martin sentía dudas e inquietudes en su interior. Sabía que había sido una decisión apresurada, pero también sabía que estar al lado de su amigo era lo más importante.Aunque Martin no compartía completamente la confianza de Esteban, estaba dispuesto a apoyarlo en todo momento. No podía dejarlo solo en esta búsqueda incierta. Sabía que se enfrentarían a obstáculos y peligros, pero estaba dispuesto a darlo todo por su amigo y por la verdad detrás del caso.Mientras avanzaban, Martin miró a Esteban y notó la mirada decidida en sus ojos. Era un hombre valiente y leal, y eso le daba fuerzas para continuar. Decidió hablar sobre sus dudas y preocupaciones.—Esteban, entiendo que estés seguro de esta decisión, pero siento que nos hemos apresurado un poco —dijo Martin con cautela—. No sabemos qué consecuencias traerá esto para nuestra carrera como detectives.Esteban se detuvo y miró a su amigo con una mezcla de determinación y comprensión.—Lo sé, Martin. Sé que hemos arriesgado mucho, pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados —respondió Esteban sinceramente—. Lo hago por Sergio, por Lucía y por todas las personas que merecen justicia.Martin asintió, sabiendo que esa era la esencia de su amigo. Esteban era un hombre de principios y no podía quedarse de lado ante la injusticia. Martin también compartía esa convicción, pero su naturaleza reflexiva lo llevaba a cuestionar las consecuencias.—Entonces, lo haremos juntos, como siempre lo hemos hecho —dijo Martin con determinación, mostrando su apoyo a la decisión de Esteban—. Pero prométeme que seremos cautelosos y que nos cuidaremos el uno al otro.Esteban sonrió, agradecido por tener a un amigo como Martin a su lado.—Te lo prometo, Martin. Nos cuidaremos mutuamente, y juntos resolveremos este caso. No importa lo que pase, sé que puedo contar contigo.Con esa promesa, los detectives continuaron su camino, enfrentando juntos un futuro incierto pero lleno de propósito. La confianza y el apoyo mutuo los guiaba, mientras se adentraban en la oscuridad en busca de la verdad. Ambos sabían que la decisión que habían tomado podría cambiar sus vidas para siempre, pero estaban dispuestos a enfrentar las consecuencias con valentía y lealtad hacia la justicia y hacia su amistad.
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El BOSQUE OSCURO
RandomSarah es una joven bióloga que tiene como sueño poder adentrarse en el bosque oscuro y descubrir toda su belleza y misterios. Laura una joven tarotista Sabelo todo que oculta un gran secreto. Daniel un muchacho muy aventurero pero algo distraído, y...