[YG/04]

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[SEÑORA MIN]

La mañana de Jimin como primer día en la mansión Min, no fue tan aburrida como él pensaba, ya que pudo conocer a tres personas muy agradables que lo ayudarían a no aburrirse – Joven Min...Joven Min...-- el nombrado dejó de mecer sus piernas en la piscina, para levantarse y llamar la atención de la mujer que ahora la buscaba con apuro.

--Qué sucede señora Mo...

--Muchacho...te estuve buscando por toda la casa. Un poco más y me gano una regañada de la señora Min por no estar pendiente de ti. – La mujer cubrió el pequeño cuerpo del rubio con una manta suave y calientita para protegerlo del frío que ya estaba dando presencia en aquel solitario jardín a esa hora -- Tu suegra quiere hablar contigo. Vamos entremos o te dará un resfriado con este frío que está haciendo.

Jimin asintió y junto a la mujer entraron al ahora desolado lugar en donde ya no había tanto movimiento como en la mañana -- ¿Donde están todos? – pregunto al referirse a la servidumbre que formaban un alboroto a tan tempranas horas.

--Ellos ya terminaron su trabajo, ahora están en sus habitaciones. Tal como lo manda la señora de la casa. – el rubio entendió lo dicho – Tu suegra te espera en su despacho, ve y procura no hacer muchas preguntas.

Con pasos lentos se dirigió hacia la oficina de la mujer, quien ahora platicaba con el abogado leal de la familia. Dando un respiro profundo, Jimin tocó dos veces la puerta levemente para ser educado y no entrar de una e interrumpir la conversación privada de las dos personas dentro – Adelante, la puerta está abierta.

Las pequeñas manos del rubio empujaron la puerta para poder entrar y dando unos cuantos pasos, quedó frente a la mujer de ojos felinos que lo observaba minuciosamente por unos cuantos segundos.

--Me mandó a llamar, señora Min.

--En primer lugar, deja de llamarme señora. Eso me hace sentir vieja, mejor dime Madre o suegra. Y en segunda, te llame para entregarte una tarjeta de crédito como regalo, la cual tu utilizaras en lo que te plazca y esa misma que mi abogado aquí presente, se encargará de que tenga el dinero suficiente cada que lo necesites.

Jimin intentó negarse a recibir dicho regalo, pero la mujer forzosamente lo colocó en sus manos y junto al hombre detrás suyo salieron del despacho, dejando al menor un poco confundido por lo sucedido.

Ahora Jimin estaba en su habitación acostado en su cama mirando detenidamente aquel pedazo de metal de color negro y pensando que haría con esa cosa, pero no basto mucho para que lo dejara a un costado y comenzar a desempacar sus cosas, lo cual no hizo en todo el día.

--No son muchas, así que terminaré rápido.

Remangándose la camisa, este comenzó abrir la primera maleta para sacar antes su ropa que ahora las iba colocando en los ganchos de ropa que le había dado la ama de llaves de la casa, y así poder colocarlas en el armario que estaba frente a su cama, era grande ante su punto de vista.

--¿Limón?

Cuando Jimin abrió el dichoso armario de marfil de color beige, un fuerte olor a limón inundó sus fosas nasales, haciéndolo arrugar la nariz por lo fuerte que era. Aunque poco a poco se iba acostumbrando a la amargura del aroma.

--Nada mal, un poco fuerte, pero se puedo tolerar

Susurro al tomar uno de los perfumes y acercarlo a su nariz para sentir más de cerca el aroma a limón. Cuando al fin terminó de colocar su ropa en el pequeño espacio que había, Jimin comenzó a sacar algunos libros que logró traer en su maleta, los cuales eran de la biblioteca de su padre, el mismo lugar al que iba de vez en cuando a leer cada que estaba aburrido.

--Amo leer historias, y más si se tratan de villanos que al final se vuelven héroes o mi favorita, la de cuantos de hadas donde el príncipe le da un beso a su damisela para despertarla de su profundo sueño en la que estaba encerrada.

Hablo con ilusión al irlos colocando en su cama, hasta encontrar un lugar apto para guardarlos y que así no se dañen.

Jimin soltó una risita – Cualquiera que me viera diría que estoy loco, por hablar solo. – se dijo así mismo al momento de cerrar sus maletas y volverlas a poner en su lugar.

--¿Loco? No creo, además no estás solo. Tu esposo está justo cerca de ti, no puede responder lo que le dices, pero sé que te puede escuchar.

--¡Señora Mo!

Exclamó Jimin por el susto que se dio al escuchar la voz de la ama de llaves, cuando entró a la habitación sin que se diera cuenta. sacudiéndose las rodillas, el rubio hizo una reverencia de disculpa por haberle alzado la voz a su mayor.

--No te preocupes, me suelen regañar por eso. Ya ya acostumbro a entrar tan sigilosamente que al final los terminó asustando.

Soltando una risilla, la mujer dejó la bandeja de plata sobre la mesa de noche de Jimin, en el cual traia un plato de fruta picada y un vaso de jugo de durazno.

--Supuse que tenías hambre, así que te traje esto como aperitivo antes de la cena que aún falta mucho para eso. Yo me retiro.

Haciendo una reverencia la mujer salió de la habitación, dejando a un glotón chico que ahora tenía las mejillas llenas de fruta, por el hambre que traia después de la larga caminata por el jardín.

Acomodándose un poco más en la cama, Jimin puso la bandeja sobre sus piernas para seguir comiendo la fruta picada que lo hacía delirar por lo dulce y ricas que eran.

--Amo esto, está delicioso.

Tomando un pedazo de manzana con el tenedor, el rubio apuntó hacia el blanquecino, aun teniendo los cachetes llenos de comida.

--Pensándolo bien, tú serás  otro de mis pasatiempos en esta casa. Chico de porcelana. 

 

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Haber lindas, la historia no va a cambiar

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Haber lindas, la historia no va a cambiar. Solo le estoy aumentando algunas cosas para que sea más entendible. ¿Me entienden? 

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