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Capítulo 4
Compañero.

— ¡¿Pero qué haces?! ¡¿No miras a ambos lados?! ¡Le pude haber atropellado! — Comenzó a hablar un alarmado azabache. Ya había sido suficiente con lo de antes para que ahora se le parase el corazón por casi atropellar a alguien. El otro no le decía nada, lo que le dejaba algo incómodo. — ¿Está bien?

— Si, si claro. Perdón. — El castaño parpadeó un par de veces, como si estuviera volviendo en si. Quackity, por su parte, estaba confuso. Ese chico no se veía bien; además había salido del bosque a las doce y media.

— ¿Seguro? Puedo invitarle a un café para que se recupere. No lo veo muy bien. — Se acercó, ayudándole a levantarse. El castaño no podía evitar desviar su mirada del chico, acción que no notaría el azabache.

Por suerte no había avanzado mucho con el coche, así que en cuestión de minutos caminando llegaron a la cafetería. Para su sorpresa, su contrario era muy alto. Le sacaba una cabeza por lo menos. Lo que más curioso le parecía era su mechón blanco. Era como la nieve y ni siquiera parecía de la nieve. Bueno, quizás era un canoso y por eso tenía eso. Explicaría muchas cosas de hecho. Lo que más le aterraba era el hecho de que estuviera solo a esas horas. Se veía perdido. ¡Encima había salido de aquel bosque! Quizás debería llevarlo al hospital o algo también, a ver si así le podían dar la ayuda médica necesaria.

Una vez llegaron al lugar que antes lo dejó temblando, abrió la puerta con calma, asegurándose de sostener al chico al lado suyo, quien miraba todo como si fuera la primera vez que estaba en la ciudad. Quizás incluso era un turista que estaba perdido. También era una opción. Solo sabía que sin duda necesitaba algo de ayuda. No se veía lo que se venía diciendo bien. Lo sentó en una de las sillas de la barra mientras encendía las máquinas, dispuesto a hacerle un café, algo que le subiera el ánimo un poco.

— Y bien, ¿quién eres? — Decidido a romper ese silencio que se formó habló Alex, mirando al castaño cansado frente él. El chico se quedó en silencio mirando su rostro, pensando.

— Wilbur. — Habló tras un silencio incómodo. El azabache parpadeó un par de veces. Era la primera vez que escuchaba ese nombre.

— ¿Wilbur?

— William. Es William. Pero me dicen mucho Wilbur. — El chico se veía algo nervioso. El azabache soltó una risa leve al ver sus nervios. Era como si estuviera en una sala de interrogatorios.

— Está bien William. O Wilbur. Yo soy Alexis pero Quackity también está bien. — Habló para después dirigirse a la máquina, dejando el café en dos vasos. Se iba a dar un capricho también.

— ¿Quackity? ¿Cómo los patos? Por el Quack, ya sabes. — El castaño pregunto con curiosidad, dejando que el azabache se riese antes de poner la leche en los vasos y darse la vuelta, dejándolos en la barra.

— Si, algo así. — Sujetó su vaso, dándole un corto sorbo después de hablar. William lo sujetaba con las dos manos, aún pensando.

— ¿Y por qué? ¿Eres un pato o algo?  — Parecía que estaba hablando con un niño pequeño o un borracho. Soltó una risa leve, negando.

— ¿Qué dices? ¿Cómo voy a ser un pato? Es por una historia. Estábamos yendo a alimentar unos patos al parque y pues dijeron que me parecía a uno, muy graciosos. A partir de ahí se quedó el apodo. — Comentó, recordando las historias de antes de mudarse ahí.

— Es un apodo gracioso, me gusta. — El castaño soltó una risa, desviando su mirada ahora a su café, pensando en beberlo. Por su parte, el azabache ya casi se terminaba el suyo.

A Coffee And A Fox [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora