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Capítulo 9

Al chico con cicatriz le sorprendía como sus dos acompañantes iban tan tranquilos por el bosque. Claramente iban a ir sin miedo, pues seguramente conocían ese lugar de pies a cabeza; sin embargo, cuando mencionaron que había gente no tan agradable, pensó que irían con más cuidado.

Aunque bueno, eso pensaba el azabache. Los dos, realmente, estaban tomando atención de todo lo que ocurría, incluyendo lo visible y lo audible. El chico arácnido iba por delante, asegurando la zona y preparado para atacar en cualquier momento si hiciera falta. Generalmente no solía ir alerta por el bosque, pero esta vez tenían algo en juego. Por detrás estaba el chico oso junto al de la cicatriz. Si fueran a por él, este podría atacar al estar al lado y no a una larga distancia. El chico oso era quien mejor peleaba de la zona y era algo que casi todas las criaturas conocían.

Solamente habían pasado como diez minutos caminando y el azabache ya estaba cansado. No le juzguen, entre el golpe en la cabeza y que poco a poco se estaba muriendo no daba más. Iba agarrado a la manga del oso con los ojos levemente cerrados, solamente dejándose llevar. Eso llamó la atención de las dos criaturas, quienes intercambiaron miradas para reírse. Pasaban años desde que se comunicaban con los humanos y olvidaban que estos eran así.

— ¿Ya estás cansado? — Habló el oso mientras movía un poco a su contrario. Este alzó la cabeza, mirándolo mientras trataba de bostezar.

— Si, y es raro. 

— Bueno, ya estamos cerca. Si quieres en lo que queda de camino lo puedo llevar en los hombros. — Se decidió ofrecer la araña. 

— Creo que es lo mejor. Así además podemos ir más rápido. — Habló el oso decidido. Podrían haber tardado mucho menos pero tenían que ir al ritmo del de cicatriz.

Tras decir eso, la araña no tardó en llevar al de la cicatriz en su espalda, aprovechando para sujetarle con dos pares de manos. Es mejor asegurarse. El azabache cerró un poco los ojos. Realmente estaba cansado. Era como si no hubiera dormido en semanas. Meses. Su cuerpo estaba agotado. 

Ahí, los dos híbridos comenzaron a ir más rápido. Prácticamente correr. Eso sorprendió a Quackity, quien se tuvo que sujetar con fuerza a Roier. Sentía que si no lo hacía se iría para atrás y se haría daño de nuevo. En cuestión de dos minutos divisó una aldea, un pueblo. Era una llanura llena de casas. Parecía un cuenta de hadas bajo el pensamiento del azabache.

— Vale, antes de entrar. — Comenzó el oso deteniendo el paso, haciendo lo mismo la araña. — Preferiblemente no mires a nadie a los ojos. A nadie. O al menos hasta que lleguemos a la casa de Philza minecraft. 

— ¿Y eso por qué? — Comentó el azabache. Todo ahí era cada vez más raro.

— ¿Cómo que por qué? Muchas criaturas son capaces de reconocer si alguien es humano a través de sus ojos. Es importante que nos hagas caso y no nos pierdas el rumbo. — Habló con seriedad Spreen. No quería meterse en problemas por ayudar  a un ser humano a encontrar a alguien.

— Bueno, está bien, lo intento. — Quackity suspiró. Si con eso iba a acabar viendo a aquel chico, valdría la pena.

Así, entraron finalmente a la aldea. El azabache aún iba en la espalda del arácnido, haciéndose el dormido. Esa era una buena manera de disimular. Solamente podía escuchar los pasos de sus acompañantes y la gente hablar en la aldea. Era algo estresante no ver nada por tener los ojos cerrados. Solo esperaba que todo saliera bien. Ya eran muchas emociones por un día.

Sin embargo, claramente era un chico irresponsable y muy curioso. Por ende, mantuvo sus ojos entrecerrados, tratando de ver un poco el ambiente en el que estaban. Mentiría si dijera que no le gustaba.

A Coffee And A Fox [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora