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Capítulo 19.
¿Vale la pena?

Unas cálidas manos lo tenían en un fuerte abrazo, manteniéndolo consigo como si fuese un ser preciado. Sus ojos se abrieron de manera muy lenta. El fuego de una chimenea lo alumbraba y ayudaba a entrar en calor. Había una manta sobre sus hombros arropándolo. Unos cabellos blancos lo aferraban con fuerza. Al girarse notó al característico zorro quien dio un suspiro de alivio. Unas ojeras de veían en su pálida piel, lo que hizo que el azabache tema por unos segundos.

— ¿Cuánto llevas aquí? — Su voz sale tan fina que parece que se camufla con el sonido de la madera quemándose. Las manos alrededor suya se sujetan aún más,

— No pierdas energía hablando. Concéntrate en el sonido del fuego. — La voz del peliblanco también salió delicada. Continuó con el agarre del azabache hasta darle un beso en la mejilla.

Así el azabache no pudo evitar cerrar los ojos para caer en un profundo sueño. Una gota cayó sobre su hombro en ese momento. Una gota de agua. Salada.

[...]

— ¡Es una penosa idea!

— ¿Y qué otra opción hay?

— Wilbur por favor, escúchame. — El rubio trató de sujetar el brazo de su hermano. Eso solo provocó que el peliblanco suelta un quejido, apartando la mano mientras heridas abiertas con sangre azul caían.

— Tommy, no hay otra manera. Vete con papá.

— ¡Esto es absurdo!

— ¡Alguien lo tiene que proteger!

— ¿Y quién te va a proteger a ti? — A partir de ahí hubo silencio. Las orejas del peliblanco bajaron. 

— Yo no necesito-

— Si la necesitas. Además, ¿en serio vas a dejarlo así? Solo te vas a hacer más daño. Ni siquiera habrá alguien que lo ayude tras eso.

— Schlatt lo hará.

— No me seas imbécil.

— Tom. A veces ganas. Otras pierdes. A veces debes dejar a otros ganar. Yo me ocuparé de mis errores.

Y antes de que diga cualquier otra palabra, no hubo más rastro del zorro. Solamente quedó un chico de cabello medio blanco derrumbándose al suelo, soltando lágrimas.

[...]

Un espacio negro donde solamente estaba él y su mente. Que acogedor.

El azabache buscaba en los alrededores de este lugar oscuro, tratando de seguir los champiñones de George para encontrar lo que se suponía que era la verdad.

Su mirada se perdió en los diferentes recuerdos con aquel chico. Alguno más alegre que otro. Le apenaba pensar que ya no tendrían esas oportunidades. Lo peor era no saber la verdad.

En el momento que abrió los ojos, estaba sobre el sifá con mantas tapándolo. Claramente cerca a la chimenea. Miró a los alrededores hasta que vio al híbrido de oso acercándose, ofreciéndole sopa.

— ¿Donde se supone que estoy?

— en casa de mis padres. Al parecer te vieron cerca de aquí. — El oso le sonríe, dejándole la sopa para que coma.

— Ohh... Pues gracias de mi parte. — Se encoge de hombros y comienza a disgustar el sabor de aquella sopita de tomate.

Hubo algo de silencio, solamente estando la chimenea. El azabache se sentía cálido entre cobijas y sopa.

— ¿No sería más fácil si fuese corriendo a casa o algo? Así tus padres no tendrían que estar soportando a alguien más en casa.

— Vege dice que hay alguien afuera buscándote. Es mejor que estés aquí al parecer.

A Coffee And A Fox [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora