ANGELIQUE
Maldito dolor de cabeza.
Esos gritos que escuché a lo lejos, eran los de mi madre histérica. No, no exagero, ella tiene un problema con eso. Es complicado vivir al lado de una mujer así, me dio la vida y en momentos buenos trata de darme amor, pero sólo son en pequeños instantes. Aunque ya haya vivido esto por más de dieciocho años, no quiere decir que no me siga frustrando al tener mis encuentros con mi mamá.
El problema del día de hoy fue que no terminé todo el contenido de mi vaso de jugo, algo tan estúpido. Ella lo notó y casi me lo avienta en la cara para que lo terminara, no llegó a golpearme con él ya que a tiempo me moví y salí huyendo con mi mochila en mano.
Huía cada que podía.
A veces deseo retroceder el tiempo, para que yo misma hubiera cortado mi cordón umbilical.
El camino hacia mi escuela eran aproximadamente de diez minutos, a pesar del inconveniente de la mañana, todavía iba a hora exacta. Me gustaba recorrer el fraccionamiento donde vivía, era tranquilizador, relajante y, además me ayudaba a platicar conmigo misma.
El recuerdo de la noche anterior abordó mi mente como un viento refrescante.
Adrien, el chico de negro.
Una noche anterior....
La brisa nocturna golpeaba mi rostro y revolvía mis cabellos castaños, esa era la señal indicada para darme cuenta de que era hora de hacerlo.
La noche era el momento, el lugar era el correcto. Sólo debía hacerlo, dejarme ir por la oscuridad. Todo dependía de mi valor.
Me encontraba parada en la barandilla del puente peatonal, los carros transitaban por debajo de mis pies dándole un toque casi romántico a mi situación. Solo estaba a diez metros entre el cielo y el infierno— si es queon a mi rostro.
Debía hacerlo, pero ya.
Ignoré al sujeto que estaba a mi lado y quité primero una mano de la barra de hierro. Mis pies se tambalearon y tuve que volver a agarrarme. Me dio miedo la posibilidad de caer.
Una carcajada se oyó en el ambiente. Era del imbécil vestido de negro.
—¿De qué te ríes? —le pregunté con coraje.
—Oh, la suicida fracasada no es muda…,interesante. —Se puso un dedo en la barbilla, como si estuviera pensando—. Me reía de ti.
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EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ
Teen Fiction¿Quién dijo que polos opuestos se deben atraer para que resulte algo positivo? No, el destino no debió juntar a una casi suicida y un loco obsesionado, nada resultará bien de esa relación. Pero, la vida nunca es justa y terminará por hacer que se u...