[15]¿Por qué sonríes?

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ANGELIQUE

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ANGELIQUE

Siete días después

Luego de nuestro primer fabuloso encuentro, los días siguientes seguimos repitiendo la misma actividad lujuriosa y pecaminosa. Probamos posiciones, lugares, tiempos;con tal de absorber el mayor placer posible.

Aunque claro, Adrien sólo es dominante en la cama, cuando estamos dibujando o comiendo—o alguna otra actividad recreativa— es todo un pastel recién salido del horno con el típico olor azucarado y esos tropiezos de alegría infinita. Es como si él fuera un mix de follador-vainilla, es mi prototipo perfecto.

Y,bueno, hablando sobre mi pierna rota, ya se ha recuperado casi al ochenta por ciento; ya puedo andar despacio por los alrededores y valerme por mí misma. Tal es esta razón que Adrien me obligó a asistir a diversas universidades en busca de una que me llene y pueda inscribirme sin necesidad de forzar mis ganas.

Me he puesto al corriente con las materias del último semestre aunque sea para pasarlas de rayón, todo con la intención de graduarme. No es de mi agrado estudiar algo que ya sé gracias a los libros y vídeos que encuentro en YouTube, es por eso que no realizaba la actividades puesto que si las hacía iba a dudar de mi intelecto.

Dejé de morder mi labio al sentir un sabor metálico emanar y mezclarse con mi saliva, fruncí el seño, ya era la tercera vez en el día que consumía mi propia sangre. Me incorporé de la silla del jardín para adentrarme a la casa a buscar mis cosas y emprender el viaje hacia una de las universidades que vi en un anuncio. Como Adrien no estaba, me tocaba viajar sola. A Marie ni de coñazo le pedía que fuera conmigo, no quería tratarla después de haberme sembrado una duda que ha sido disipaba con los días.

La verdad es que yo no tenía un plan de vida, ni esperaba llegar a ser legal ni mucho menos buscar una carrera que me mantuviera en un futuro. Andaba por la vida sin esperar al mañana, sólo era el presente y lo que resultara del destino y de mis malas decisiones. Navegaba sin rumbo establecido, sin limitaciones ni presiones. Y, me gustaba, realmente yo no había pedido que mis padres tuvieran un encuentro de apareamiento sexual o que no me abortaran, no era mi deber planear un futuro incierto.

Yo actuaba al momento, pensaba al instante, y si me equivocaba era un daño colateral que no perturbaba mi sueño. No por nada mi lema favorito era: «La vida sólo es una». ¿Para qué vivir pensando en el pasado o en el futuro? De todas formas terminas siendo polvo o quizás drogándote en alguna esquina, pero ya eso depende.

Llegué a mi destino en taxi, la universidad estaba abarrotada de estudiantes que no se inmutaron por verme pasar cojeando a su lado, cada quien en lo suyo. Fui directo a control escolar para pedir informes sobre las carreras, no tenía en mente ninguna así que yo iba por la que más dinero dejara. La señora que me atendió fue muy amable tanto que eso bajó mis niveles de alteración química que se reducía a un “estoy emputada con todos, no me miren porque puedo darles con lo que encuentre y que sea preferiblemente filoso y puntiagudo”.

EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora