Dedicado a JuliannyEstefanaMend
ADRIEN
«El dolor que más duele es el que te deja con vida pero sin permitirte gozarla», solía decir mi madre. Esa frase era lo único que quedaba de los viejos recuerdos, su voz al pronunciarla era todo lo que hacía recordar su existencia dentro de mis más profundos pensamientos.
Exhalé el humo del cigarro lentamente, miré con atención la manera en la que el humo se materializan para luego desaparecer entre el aire. La vista enfrente estaba plagada de árboles gigantes y plantas originarias del bosque, la neblina se colaba por el camino impidiendo la visibilidad, el clima tentaba a mis ganas de salir a dar un pequeño paseo por el lugar para recordar el tiempo que pasaba con el hombre que tanto admiré alguna vez. Observé sobre mi hombro a Angelique, ella seguía dormida sobre la cama, tanto llanto la había rendido por completo.
No me gustaba verla así.
Era una sensación completamente nueva que oprimía mi pecho y me empujaba hacia el fondo del abismo, ¿Por qué me sentía así? Por primera vez, no lo entendía. Quería comprenderlo, saber porqué me hacía sentir mal verla llorar tan desconsolada. Algo en mí pedía a gritos hacer lo que fuese por detener su dolor.
—Te he estado buscando—escuché a mi hermana hablar, de reojo la vi ocupar una de las sillas a mi costado—. Me siento mal.
Acabé el último cigarro de la caja, tiré la coletilla para aplastarlo con la suela de mi zapato. Recargué mi espalda en la silla, cruzando mis brazos sobre mi pecho. Mi hermana no necesitaba que le respondiera para saber que la escuchaba.
—Siento que…—volteó hacia todas partes—, nos están persiguiendo.
Solté aire por la boca.
—¿Has visto a alguien dentro de la casa?—le cuestioné para hallar una señal que me indicara cómo estaba su situación mental—. ¿Son siluetas? ¿Personas con rostro? ¿Animales?
—Sombras—respondió, posó su visión en un punto fijo de la nada—. Espiaban por la puerta de mi habitación, me saludaban y luego simplemente desaparecían. Eran escalofriantes.
—¿Qué día es hoy?
—Es… viernes.
—No, hoy es martes.—Ella parpadeó varias veces, una mueca de confusión adornando su expresión—. ¿Quieres que eso desaparezca?
—Sí, todo el tiempo ansío que pase. Pero no quiero pastillas.
Esto se iba a poner difícil.
—Las necesitas—alegué con firmeza—. Son indispensables para que logres tu estabilidad mental, las sombras no se irán sin ellas.
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EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ
Genç Kurgu¿Quién dijo que polos opuestos se deben atraer para que resulte algo positivo? No, el destino no debió juntar a una casi suicida y un loco obsesionado, nada resultará bien de esa relación. Pero, la vida nunca es justa y terminará por hacer que se u...