ANGELIQUE
Miré el reflejo de mi silueta a través del espejo de cuerpo entero, sonreí al instante, el vestido rojo de satín me asentaba muy bien. Por última vez, para comprobar que sí era una elección indicada de vestuario, giré mi cuerpo cuarenta y cinco grados sobre mi eje para mirarme el trasero. De nuevo sonreí llena de bendición porque la vida me diera una cola de abeja.
Bajé a la planta principal para salir de mi humilde casa, pero mi madre apareció por el pasillo derecho y su voz me detuvo.
—¿Vas a salir con Brandon?—preguntó al tiempo que repasaba sus ojos por mi cuerpo.
—Eh, sí—mentí ya que mi madre de un tiempo para acá se había vuelto muy protectora conmigo, si me dejaba salir a estas horas era porque Brandon se había ganado su confianza.
—Me encanta él para ti—comentó uniendo sus manos y poniéndolas sobre sus labios—. Ojalá algún día puedas darte la oportunidad de ser algo más.
—Ah, claro claro.—Moví mi pie con impaciencia, debía estar en casa de Adrien en diez minutos.
—Bueno, te dejo irte—notó mi estrés, por suerte—. Diviértete. Cualquier cosa, tendré el celular a todo volumen.
Sonreí con inocencia antes de girarme hacia la puerta a tomar el pomo. Una vez que estuvo la puerta abierta, me hallé con unos ojos verdes enrojecidos, volteé hacia el interior de mi casa comprobando que mi madre ya no estuviera cerca y salí cerrando detrás de mí.
—¿Qué haces aquí?—dije entre dientes, bajando la voz—. Te dije que hoy no…
—No vayas—musitó, sus manos envolvieron mi cuerpo y puso su cabeza sobre mi hombro desnudo, sus lágrimas mojaron mi piel—. Por favor, no vayas a ese lugar… con él.
Corté el abrazo. Arrugué las cejas, desorientada.
—¿De qué hablas?
—Es que… yo te vi con él en el pasillo… escuché todo—confesó apenado.
—¡Eres un maldito chismoso!
—¡Perdón, es que creo tener un satélite para tener los ojos puestos en ti todo el tiempo, no es mi culpa!
Recibió silencio de mi parte, necesitaba que solito quisiera despedirse. Ya iba tarde a mi cita.
—No vayas con él, Angelito. ¿Es que ya olvidaste lo que te hizo? ¿Ya no te acuerdas de lo mucho que lloraste por las noches? Él no es bueno para ti.
—Ya tuvimos esta conversación.
—Eres una suicida—me regañó y sólo sonreí recordando ese apodo peculiar de cierta persona—. Solamente tú buscas que algo te martirice para regocijarte en el dolor. Tan masoquista que tú misma vas a meterte al agua sin salvavidas y sin saber siquiera cómo nadar.
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EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ
Teen Fiction¿Quién dijo que polos opuestos se deben atraer para que resulte algo positivo? No, el destino no debió juntar a una casi suicida y un loco obsesionado, nada resultará bien de esa relación. Pero, la vida nunca es justa y terminará por hacer que se u...